¡OLÉ!, LA TORTURA NO ES CULTURA

¡OLÉ!, LA TORTURA NO ES CULTURA

Damaris Izaguirre

La dignidad es un derecho inalienable no exclusivo de los seres humanos, que también es aplicable a los Seres Sintientes, por esto se les reconoce como sujetos de derechos y por ende cualquier conducta violenta que vulnere su integridad es reprochable.

Durante varias centurias se ha practicado la tauromaquia, negocio multimillonario que bajo la falacia de “espectáculo cultural”, generó a los grandes empresarios ganancias multimillonarias, mientras nos degradaba como sociedad; es inconcebible que la barbarie, la crueldad y la tortura contra un animal, se considere deleite recreativo, pues bajo ningún motivo se puede creer que un acto cruento puede generar gozo o satisfacción; Mahatma Gandhi, lo deja muy claro al afirmar que, «la grandeza de una nación y su progreso moral, puede ser juzgado por la forma en que sus animales son tratados».

Los cambios generacionales trajeron consigo que sus sujetos sociales tuvieran mayor conciencia ambiental y mayor empatía con los animales, lo que conllevó a que las nuevas sociedades consideraran a los animales como Seres Sintientes merecedores de derechos básicos y no ser maltratados o torturados. La ley 1774 de 2016 declaró a los animales como Seres Sintientes; la Corte Suprema de Justicia fue más allá y a través de la sentencia C-343 de 2017 decreto que, “los animales son sujetos de Derechos Sintientes no humanos que como tales tiene prerrogativas en su condición de fauna protegida a la salvaguarda por virtud de la biodiversidad y del equilibrio natural de las especies, y especialmente la de naturaleza silvestre. Como tales, deben ser objeto de conservación y protección frente al padecimiento, maltrato y crueldad injustificada”.

El 28 de mayo, en último debate y con una votación de 93 a favor y 2 en contra la Cámara de Representantes aprobó el proyecto de ley 219 de 2023 Cámara – 298 de 2023 Senado, que prohíbe las corridas de toros, rajoneo, novilladas, becerradas y tientas en Colombia, dicha ley entrará en vigencia plena partir de 2027 y este margen de 3 años se deberá ir haciendo la respectiva adecuación de los espacios que se empleaban para esta barbárica práctica.

La prohibición de las corridas de toros en nuestro país no es un logro para los animalistas y ambientalistas, es un triunfo para nosotros como sociedad, que al rechazar la tortura y la crueldad como fuente de “gozo y cultura” estamos sentando las bases de una sociedad más justa y humana, y cortando de tajo el paradigma de considerar el culto barbárico a la muerte como cultura.

El cierre definitivo de la mal llamada “fiesta brava” es apenas el arranque de una larga gesta en pro de la defensa de los derechos de los Seres Sintientes, ya que otras prácticas barbáricas aún siguen siendo permitidas como es el caso de las peleas de gallos y la corralejas, estas últimas son mucho más lesivas que las corridas de toros, ya que las corralejas son un evento taurino realizado en coliseos improvisados donde se lidian varios toros pero no hay toreros, cualquier persona puede ingresar a la arena y aventurarse a enfrentar al animal, muchos de ellos lo hacen bajo el efecto del alcohol, esto no solo lesiona los derechos del toro sino que atenta contra la vida de las personas.

Por otro lado, no es suficiente con una ley para salvaguardar los derechos de los Seres Sintientes, a la par como sociedad debemos construir nuevos paradigmas que rompan con el psicópata enfoque que ve a la muerte como cultura y como un negocio lucrativo, basta con ver los titulares de muchos medios de comunicación, que enfocaban la decisión del Congreso como algo lesivo que dejaba a muchas personas sin empleo; bajo ningún sentido el empleo y desarrollo se puede sustentar si en ello está implicado la consecución de actos delictivos o el sufrimiento o la tortura de un Ser Sintiente.

Gestar una nueva sociedad con justicia y equidad tiene implícito la coexistencia pacífica con los Seres Sintientes y la protección irrestricta del medioambiente; desde luego estos cambios no los harán los grandes emporios económicos o los legisladores al servicio de estos, somos nosotros quienes a través de la lucha y resistencia popular lograremos los cambios estructurales que nos ha negado el régimen, no podemos olvidar esa máxima popular que dice; ‘solo el pueblo salva al pueblo’.

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