8M: NO ME HE QUEDADO SIENDO LA SOMBRA DE UN HOMBRE

Julia del Frente Urbano Nacional

Cuando yo me incorporé a la guerrilla empecé a entender que tengo capacidades como persona y como mujer, que puedo tomar mis propias decisiones, ser autónoma. Yo venía de otra organización política y conocimos al ELN en unos intercambios políticos, yo decidí quedarme y aquí me aceptaron; este fue el primer momento de mi incorporación al ELN.

Lo que me enamoró del ELN fue en primer lugar la fraternidad entre compañeras y compañeros y lo otro que me mantiene acá es hacer trabajo social con la gente, la interacción con la comunidad, desde que comencé a pasar temporadas con el grupo, con los Viejos, pensé esto me gusta, me enamora… también darme cuenta de que tengo capacidades y tomar mis propias decisiones.

Cuando estuve como combatiente empezamos con lo normal, lo rutinario: las caminatas, ranchar, prestar la guardia, hacíamos estudio todos los días, entonces yo empiezo a conocer más profundamente la política del ELN y a entender la realidad del país, preguntaba mucho, a todos, a los compas que venían de afuera, de la ciudad, que han vivido otras situaciones; ese proceso y esas experiencias uno las va asimilando.

También aquí encontré pareja y la relación fue positiva, porque aparte de ser una relación sentimental, también mi compañero me explicaba cosas de la vida guerrillera, me ayudaba a comprender y me motivaba a asumir tareas y responsabilidades, desde lo más sencillo y en ese proceso fue un gran apoyo. Uno siempre busca la pareja para comentar lo que pasa a diario, entonces con él compartía las situaciones y entre los dos analizábamos y buscábamos salidas a los retos que representan las misiones que nos corresponde asumir.

Comencé a entender que la construcción de parejas en el ELN es importante, no solo como compañía sino para el desarrollo político dentro de la misma organización. Claro, esto solo es posible con el visto bueno de los mandos; quienes comprenden las relaciones de pareja como posibilidad de crecimiento y compañía no solo en lo individual, en los afectos, las necesidades sino como una manera también de potenciar las capacidades con el apoyo mutuo. Claro no siempre es color de rosa y no todas las relaciones son iguales, hay otras que son tóxicas y entre todos se debe ayudar a regular, pero en mi caso han sido muy fructíferas, porque con mi pareja vamos reforzándonos, construyendo y ratificando el compromiso con la lucha y la opción de vida.

He contado con personas que me han motivado para que me desarrolle y no me quede siendo la sombra de un hombre. Es en últimas la búsqueda de construcción de familia dentro del ELN, porque no es exactamente igual a lo que pasa por fuera, en las familias de donde uno viene y esto es posible en la medida en que compartimos, nos podemos ver, sin descuidar las responsabilidades y tareas que cada uno tiene. Es una batalla, es una lucha cotidiana que vamos dando primero con nosotros mismos y con las condiciones de la lucha que a veces son difíciles.

Yo siento que he sido consecuente con mi militancia, en la medida en que he asumido responsabilidades y al mismo tiempo he disfrutado de la construcción de pareja y ahora familia con hijos, contando con el respaldo de mi mamá y mi familia, pero por supuesto también del ELN.

Antes yo pensaba que tener hijos era una limitación, una restricción, pero cuando ya están ahí, es fundamental el acompañamiento de los mandos, y el apoyo de los compas. Desde el hecho de entenderlo como algo natural y que nos vayan guiando, con las políticas y las experiencias de los otros, por supuesto ha habido miedos, prevenciones, pero hubo apoyo de mi pareja como tal y como militante también. Esto ha sido positivo, porque mi compañero y padre de mi hijo se hace cargo y ha hecho parte fundamental de lo que vamos logrando para seguir con la vida política y la crianza y cuidado de mis hijos. Echando pa’lante.

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