NO ES BENEFICIOSO SOBREXPONER LAS VIGENCIAS FUTURAS

Claudia Julieta Parra

Recientemente el Ministro de Hacienda, manifestó que trabajan en un proyecto de Ley que le entregaría nuevas facultades al Presidente Petro, dentro de estas, la potestad para cambiar la destinación de recursos para obras de infraestructura comprometidas. Esto da a entender como si la demoras en las obras o la falta de ejecución de las mismas obedecieran a falta de presupuesto, pero las mismas cifras oficiales demuestran que la falta de ejecución obedece a inoperancia por parte del Ejecutivo, en especial demoras y eficacia de las diversas carteras encargadas de la ejecución de las obras y los planes de acción.

El principal problema que se podría presentar si modifican las vigencias futuras es que cambie su destinación. La política monetaria instaurada históricamente por sucesivos Gobiernos y proseguida por el actual, se ha caracterizado por ser deficitaria del erario e incrementar constante y ostensiblemente el Gasto Corriente (Burocracia, guerra, pago de intereses de Deuda Externa -DE-), lo que incrementa el déficit fiscal y hace más compleja la mitigación del déficit de Gasto Social.

La desaceleración económica, la Recesión Técnica declarada por el Banco de la República, la inflación, el incremento constante de la DE, entre otros; prácticamente obliga al Gobierno a decretar un periodo de austeridad estatal que suprima gastos onerosos y disminuya el Gasto Corriente; además es inaplazable romper la lógica deficitaria de priorizar y aumentar anualmente el pago de una DE, a la que solo se logra amortizar los intereses, pero no se cubre la deuda de capital.Es urgente un cambio de fondo en el modelo económico, que disminuya los pasivos estatales, fortalezca y desarrolle integralmente la producción nacional y equilibre la balanza comercial, disminuyendo la importación de materias primas y productos con valor agregado; además, solo es posible salir de la crisis económica y financiera a través de una política de formalización del empleo y el incremento de las plazas laborales, permitiendo que se mejore el poder adquisitivo per cápita, lo cual incrementaría el flujo de capital circulante generando un superávit por demanda.

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