MAL PAGA EL IMPERIO A QUIEN LE SIRVE
Himelda Ascanio
Durante las últimas semanas al presidente Petro se le escucharon algunas ideas y propuestas de contenido social, todas ellas estaban en el Mandato por Popular entregado por las organizaciones sociales y populares al inicio de su periodo. Aquellas con las que el presidente y la vicepresidenta se comprometieron, pero no cumplieron.
Ese incumplimiento a las mayorías que eligieron y confiaron en el nuevo gobierno, se fue gestando por vía de una estrategia tan pérfida como efectista. El presidente prefirió hacer acuerdos con las elites oligárquicas, con el viejo régimen corrupto y narcotraficante. Intentando, a la par, sostener un discurso de aparente coherencia con los temas sociales y los cambios, apoyándose en la promoción de aparatos de propaganda masivos.
Así fue como el gobierno desarrolló una estrategia de remozamiento del régimen, más que de transformaciones profundas y mucho menos del lado de las mayorías. Con ello se apartó del Mandato Popular y arrancó una larga lista de incumplimientos a comunidades y pueblos. Nada muy distinto de los gobiernos anteriores, tal vez la única diferencia, es que las mayorías populares aguardaban algo de esperanza en su diferencia y en los cambios.
Tan atornillado con las lógicas del viejo régimen, que incluso tuvo que sostener en el alto gobierno a los representantes de esa clase politiquera y mafiosa. E incluso asumir sus comportamientos de odio hacia el pueblo, una metamorfosis degenerativa que se agravó con las alianzas, protección y reconocimiento a las bandas narco paramilitares, principales responsables de las vulneraciones y masacres a las comunidades y territorios.
De ahí que se les volvió costumbre, desde el presidente y sus ministros, señalar, criminalizar, avalar y propender por el arrasamiento de territorios. El sostenimiento de la Doctrina del Enemigo Interno y la Guerra Contrainsurgente se hizo evidente con cada manifestación por parte de comunidades y organizaciones populares. El discurso del gobierno se encuentra y unifica con el de la derecha mafiosa, cuando se trata de referirse a la movilización que exige derechos y cumplimiento.
Cuando la movilización no es programada por él y para el presidente, entonces aparecen los rótulos. Con el agravante de un genocidio de liderazgos sociales que continúa en curso, con regiones donde la connivencia entre Fuerzas Armadas del Estado y bandas paramilitares son abiertas y públicas. Con la gravedad de una política de paz que terminó pretendiendo entregar territorios a las estrategias de intervención del imperio. Ese mismo que hoy señala y amenaza con invasiones, mal paga el imperio a quien bien le sirve.
Aquello dicho por Petro en agosto de 2022, mientras recibía el Mandato Popular por los Cambios: “En una de las sociedades más aberrantemente desiguales sobre la tierra tenemos que construir justicia para los seres humanos, que el país se pueda abrir a oportunidades para todos y para todas, no solo para un grupo de personas… Que el país pueda ser entonces un país de paz, de justicia ambiental, de justicia social». Terminó en la criminalización del movimiento y la continuidad del genocidio social en Colombia, en una escalada de militarización funcional a la guerra proxy impulsada por los Estados Unidos y en la entrega de territorios a bandas narco-paramilitares.
Hoy, esos desarrollos obedientes con las líneas trazadas por Washington, le son desconocidas y le juegan en contra al presidente Petro. Fiel a su naturaleza mafiosa, supremacista, injerencista, avasalladora y sanguinaria, el gobierno Trump pone en la mira en Colombia, amenaza a la insurgencia e impulsa a la derecha mafiosa y cipaya. Revela que el plan contra Colombia y Venezuela es el mismo, y busca opciones para justificar con mentiras un plan de agresiones y de guerra.
Todos estos momentos y situaciones, evidencian con mayor claridad posiciones y reales aliados en la búsqueda de la paz con transformaciones. Quedan también importantes experiencias que proyectan una oportunidad para avanzar hacia los cambios profundos; de lucha popular callejera, como la del Estallido Social de 2021. De organización, para garantizar un ejercicio de poder social y transformador que se desmarque, rechace y separe del viejo régimen. Que tenga como principal protagonista a las comunidades, pueblos y territorios, y debata y plantee los cambios necesarios en materia del modelo de país que queremos.
Asesinados de la semana
Darwin Meneses Pedroza, era un reconocido líder social y campesino, miembro de la Asociación por la Unidad Campesina del Catatumbo (ASUNCAT), destacado por la defensa de los derechos de los campesinos y por su trabajo en la Zona de Reserva Campesina Paz y Unión del Catatumbo, en el departamento de Norte de Santander; fue asesinado en la vereda Cordoncillos, perteneciente al corregimiento de La Ermita, zona rural del municipio de Ocaña, Norte de Santander.
John Jairo Aréiza, era un reconocido líder social y comunal, dignatario de la Junta de Acción Comunal de la vereda La Molina e integrante del Programa Nacional de Sustitución de Cultivos Ilícitos (PNIS) en Briceño, Antioquia; fue reportado como desaparecido desde el 20 de octubre y hallado sin vida el pasado miércoles 22 de octubre, con varios impactos de arma de fuego, en el límite entre las veredas La Calera y Cucurucho, en el municipio de Briceño.