EL GRINGO AHÍ, Y LA IMPUNIDAD TAMBIÉN…
Damaris Izaguirre
El sistema judicial de nuestro país es una cruel falacia que aplica el adagio popular de ‘la justicia es para los de ruana’. Durante décadas la impunidad ha campeado y arropa a los coludidos con el régimen, perpetuando la tiranía disfrazada de democracia, ¿habrá algún día justicia y verdad?
Más de una década dilataron un proceso simple contra Álvaro Uribe, sumario que surgió de un montaje que el Matarife y sus secuaces trataron de fraguar contra el Senador Iván Cepeda -reconocido por su labor en la defensa y salvaguarda de los derechos de las víctimas de Estado-, a quien trataron de enlodar acusándolo de manipulación de testigos, pero en el proceso de difamación Álvaro Uribe y su abogado Diego Cadena terminaron imputados y condenados por la jueza de primera instancia Sandra Heredia.
La sentencia de la jueza Heredia daba una luz de esperanza, a quienes fueron víctimas de los ‘falsos positivos’ (ejecuciones de inocentes, presentados como guerrilleros), que veían en este fallo una posibilidad de justicia que les había negado, ya que Uribe en sí mismo es el determinador de estas ejecuciones sumarias, emanadas de su política de seguridad y por ende es el principal responsable.
Días atrás el Tribunal Superior de Bogotá, como ente de segunda instancia a través de un fallo dividido decidió absolver de todos los cargos al Expresidente Uribe; la magistrada Leonor Oviedo Pinto, emitió un salvamento de voto y dejó constancia de su desacuerdo con la posición mayoritaria de la sala. La magistrada Oviedo esgrimió que en el caso concreto no se acreditaron los requisitos que justificarían la exclusión de pruebas:
“La defensa no individualizó con precisión la providencia o el acto material que habría introducido tal defecto, ni señaló cuál derecho fundamental fue lesionado. Además, a mí juicio el proceso cumplió con las garantías exigidas, la interceptación se realizó bajo la Ley 600 de 2000, con orden de autoridad competente, la Sala de Instrucción de la Corte Suprema de Justicia, que verificó legalidad, competencia, necesidad y proporcionalidad. De manera que esa Sala negó la exclusión y mantuvo la decisión”.
La condena a Uribe en primera instancia fue una victoria parcial y momentánea para las víctimas y, una luz que rasgaba el manto profundo de la impunidad; pero el Tío Sam jamás permitiría perder uno de sus principales esbirros y menos estando tan cerca la contienda electoral de 2026.
Desde que se originó el fallo de primera instancia, de manera descarada y en completa intromisión a nuestra política interna, el imperio norteamericano descalificó que condenaran a Uribe y empezó a mover todas sus fichas para absolverlo lo antes posible; desde luego el régimen obedeció los designios del Tío Sam y rápidamente acomodó todo para que los magistrados de su nómina cumplieran el dictado imperial; dejando una vez más al descubierto que en Colombia la justicia es ‘de papel’, ‘la ley es para los de ruana’ y que las ordenes llegan desde Washington.
En el andar popular, todos sabemos que Álvaro Uribe –‘El Matarife’- no solo es culpable de estos cargos, sino el determinador de los ‘falsos positivos’ y principal responsable del asesinato de 6.402 dos jóvenes, que eran inocentes y cayeron presa de un modelo de Seguridad Nacional que incita a los crímenes de Estado para sostener el statu Quo.
Mientras el viejo régimen y el Tío Sam continúen siendo hegemónicos, será imposible confiar en la justicia burguesa y la única opción de justicia real, será la que otorgue el pueblo movilizado.
Aunque este Gobierno pose de autónomo y vocifere en micrófonos contra Trump y el imperio norteamericano, no es capaz de realizar las transformaciones de fondo, que la Colombia profunda exige y mucho menos deponer la Doctrina de Seguridad impuesta por el Tío Sam, porque ello implica romper con el régimen y desconocer las órdenes del imperio.
Cualquier cambio real por incipiente que sea, no vendrá de manos ni de este ni de ningún Gobierno, que este direccionado por el Tío Sam; por lo tanto, es vigente la consigna de que ‘solo el pueblo salva al pueblo’, y en manos de este está alcanzar unidad de clase y luchar de manera diáfana y decidida, por lograr un país donde quepamos todos, en paz con justicia y equidad social.