NI PAZ, NI TREGUA EN GAZA

NI PAZ, NI TREGUA EN GAZA

Aníbal Rodríguez

El ‘Cese de Fuego’ acordado el 8 de octubre, es solo una ‘pausa táctica’ en la guerra, pues no hay ningún Plan de Paz real. Mucho teatro y distracción.

Ni Hamas ni Netanyahu estuvieron en el gran ‘show’ de Sharm Al Sheik en Egipto. Firmaron Estados Unidos, Egipto, Catar y Turquía. Era ‘una boda sin novio ni novia’.

Con la Primera Fase del acuerdo, el logro de la liberación de 2.000 prisioneros palestinos, a cambio de rehenes vivos y muertos es muy positivo. También incluye la retirada parcial de las Fuerzas de Ocupación Israelíes y la apertura de varios corredores humanitarios. Era una necesidad el respiro de la guerra de genocidio y la campaña de limpieza étnica.

La condición impuesta por el sionismo de liberar a los cautivos antes de una retirada total. tiene como objetivo neutralizar la ‘moneda de cambio’ más importante de la Resistencia.

Tregua efímera

Hasta la fecha, el cese ya ha sido violado más de 36 veces y el Paso de Rafá, por donde tiene que pasar la ayuda humanitaria, ha sido solo parcialmente abierto. El ente sionista usa la ayuda humanitaria y la hambruna como palanca para obligar a la Resistencia a ceder más y más.

Al mismo tiempo, Israel ha lanzado una nueva campaña de bombardeos y ataques con drones contra el Sur de Líbano, como medida de presión para que gobierno libanés intente obligar al desarme de Hezboláh, algo que es imposible.

Israel no cumplió con sus objetivos de acabar con la Resistencia, ni de liberar por la fuerza a los rehenes. Fue obligado a negociar. Pero no renuncia a sus planes de colonización. Por tanto, no desistirá de su plan de limpieza étnica y del anexo de Cisjordania, que se mantienen intactos. Planes que EEUU apoya económica, política y militarmente en su totalidad.

Colonialismo en estado puro

Las grandes dificultades surgen con las siguientes fases, la II y la III. La Fase II trata del desarme de Hamas pretendiendo la destrucción de sus armas, la desmilitarización de Gaza, y el establecimiento de fuerza de seguridad internacional y temporal. La Fase III tiene que ver con el establecimiento de un cuerpo internacional de gobernanza e iniciar con la reconstrucción de Gaza.

El problema esencial yace en que no hay acuerdo en quién gobernará Palestina una vez que acabe la guerra: Israel rechaza la solución de un Estado Palestino como parte de la ‘Solución de dos Estados’. La propuesta imperialista de imponer un gobierno multinacional tecnocrático, comandado por Tony Blair, es completamente rechazado tanto por la Resistencia palestina como, y en gran medida por la opinión pública internacional, ya que Blair es un criminal de guerra de la segunda Guerra de Irak (2003).

La insistencia de EEUU e Israel de que Hamas y las demás organizaciones de la Resistencia se desarmen, es rechazada completamente; ellos dicen que sus armas solo serán entregadas a un nuevo Estado Palestino y que sus combatientes se integrarán al Nuevo Ejército Palestino, algo que el sionismo y EEUU rechazan.

La propuesta de que Gaza sea gobernado por un ‘Consejo de Paz’ internacional resucita el modelo de administración internacional rechazado desde hace tiempo por los palestinos, que transformaría Gaza de un espacio de resistencia, en una entidad supervisada internacionalmente, más cercana a un laboratorio para la gestión de conflictos que al núcleo de un Estado independiente.

Un teatro de guerra más amplio

En término geopolíticos, la ‘pausa táctica’ de este cese en Gaza, tiene el propósito de que el sionismo se reagrupe y concentre sus esfuerzos para un nuevo ataque contra Irán, algo que todos los poderes (Irán, Rusia, China, EEUU e Israel) consideran como inminente. La innegable derrota del imperio en Ucrania, y la pausa en la guerra de Gaza solo puede significar la retoma de la guerra contra Irán.

El debilitamiento y ‘balcanización’ de Irán es pieza esencial del plan imperialista para el Oriente Medio. El plan imperialista para ‘Un Nuevo Medio Oriente’ implica que Estados grandes y fuertes, como Irán y Siria, queden en pedazos más pequeños, más fáciles de administrar y dominar. Al mismo tiempo, que fortalece a los estados aliados, como Arabia Saudí, Turquía e Israel, que serían los cuidadores y gendarmes de la región, asegurando que las naciones más pequeñas, se mantengan sumisos a los intereses imperiales.

Este plan refleja el enfoque típico de la política exterior imperialista, que es reforzar su influencia no mediante la presencia militar directa, sino mediante la creación de centros de poder regionales gestionados.

El proyecto sionista del ‘Gran Israel’ hace parte del plan imperialista, pues reconocen que la falta de profundidad estratégica de la entidad sionista es una gran debilidad, tal como demostró la Guerra de los 12 días con Irán, por tanto, la ampliación del territorio del ente sionista es una necesidad central. Israel ya anexó los Altos de Golán en Siria y su control lo va aproximando a Damasco; busca la anexión de Cisjordania; tomarse el sur del Líbano hasta el Rio Litani; partes del Sinai de Egipto y probablemente una parte de Jordania.

Esta estrategia pretende mantener el control estadounidense sobre los corredores energéticos de Asia occidental, limitar la creciente influencia de China y Rusia y convertir a Turquía en una herramienta para aplicar intereses extranjeros bajo la apariencia de liderazgo regional.

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