UNA DEUDA IMPAGABLE
Chavela Villamil
El déficit fiscal del país viene creciendo hasta márgenes insostenibles, y la economía continúa desacelerándose, lo que lleva al Gobierno a solicitar nuevos empréstitos externos para sostener el gasto interno, agigantando una Deuda Externa (DE) onerosa e insaldable.
La crisis económica global ha decrecido considerablemente el Producto Interno Bruto (PIB) de una gran mayoría de países, en especial lo que son dependientes del capital extranjero; lo que ha incrementado ostensiblemente el endeudamiento de las economías en vía de desarrollo.
El declive de nuestro producto interno aunado a un gran déficit de Gasto Social, nos ha conminado a depender de los empréstitos extranjeros, lo que permite cubrir parte de la política subsidiada del Gobierno, pero de ninguna forma zanja el creciente déficit fiscal, convirtiéndose en un paliativo venenoso que permite solventar pasivos -algunos innecesarios-, pero a largo plazo nos desangra y nos hunde en la insolvencia.
Una deuda inflamada a punto de reventar
El Instituto de Finanzas Internacionales (IIF, por sus siglas en inglés), sostiene que el déficit de cuenta corriente global durante el año anterior superó los 315 billones de dólares, este aumento se debe en parte al incremento de la deuda en las economías emergentes, que agregaron 103,7 billones a su pasivo total.
Recientemente el Banco de la República (BR) dio a conocer el estado de la Deuda Externa (DE), a corte de julio de 2025 este año es pasivo se ubicó en más de 207.828 millones de dólares, lo que equivale al 49,20 por ciento del PIB. De acuerdo al BR, entre diciembre del año anterior y julio de este año, el monto de este pasivo ha crecido 6.064 millones de dólares, lo que marca una tendencia de un incremento sostenido, que genera un déficit considerable en el PIB y además amplia cuantiosamente el creciente déficit fiscal; lo que nos está llevando a máximos históricos el margen de endeudamiento, según la Regla Fiscal de Mediano Plazo es de 72,3 por ciento y actualmente a asciende 70,85 por ciento, dejando un ínfimo margen de endeudamiento de 1,45 por ciento, lo que deja el erario en rojo y con un alto riesgo de recesión económica.

El pésimo manejo de nuestra política económica y financiera durante las últimas décadas, al basar la misma en el incremento del Gasto Corriente (burocracia, guerra, pago de DE), junto a una política de gasto regresiva en términos de productividad, en que los egresos superan los ingresos, han elevado ostensiblemente la DE hasta márgenes insostenibles y asfixiado el PIB.
El Exministro de Hacienda Ricardo Bonilla afirmó que, “este año se tendrán que destinar más 112 billones de pesos al pago de la DE, de los cuales 53 por ciento son para amortiguar intereses, a este paso la deuda es insostenible, no podemos endeudarnos más, hay que recuperar la economía sin incrementar el endeudamiento» [*].
La solución está en nuevos paradigmas
El Gobierno está obligado a decretar un periodo de austeridad estatal, que suprima gastos onerosos e innecesarios a la vez que decrezca el Gasto Corriente, por tanto, es inaplazable romper la lógica anti financiera de priorizar y aumentar anualmente el pago de una DE, a la que solo se logra amortizar los intereses, pero no se cubre la deuda de capital; por ende, lo financieramente aceptable sería renegociar el pago y de esta manera aliviar la carga de este sobre el PIB, así se podría mejorar el desarrollo productivo y la capacidad de pago.
Dar solución a la crisis económica del país implica congelar los montos destinados a la DE y en el mediano plazo renegociar este pasivo; además, la política estatal debe desarrollar un plan estricto de austeridad fiscal, que desde luego debe contemplar la disminución de la carga burocrática y decrecer el Gasto Corriente.
La reactivación económica solo es posible incrementando el flujo de capital líquido y mejorando el poder adquisitivo per cápita, lo que tiene implícito dar solución al desempleo, a la vez que se desarrolla un plan de formalización del empleo; además, es necesario incrementar la tributación de las grandes empresas y de los grandes capitales, generando una política redistributiva, que invierta este dinero en planes integrales de desarrollo.
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[*] Exministro de Hacienda dijo que ‘la deuda colombiana es insostenible’. Valora Analitik, 07-10-2025.