EL CARTEL DE LAS MANZANAS PODRIDAS
Sergio Torres
Las llamadas ‘manzanas podridas’ en las Fuerzas Armadas (FFAA), como en toda institución, están abonadas con la venenosa Guerra contra las drogas de Estados Unidos y transformadas en mermeladas de bandas narco-paramilitares, con que nutren la guerra Proxy en nuestro suelo.
La colusión de las FFAA y las bandas narco-paramilitares se ha hecho cada vez más evidente, es una vieja política estatal reproducida por el gobierno Petro, que se refleja en la realidad y cotidianidad de los territorios y regiones. Cocaína, minería ilegal y armas transitan entre generales y capos, prácticamente conviven en campamentos conjuntos, con logísticas conjuntas y bajo las mismas órdenes.
Informes de la propia ONU desde hace años han denunciado las enormes cantidades de cocaína que sale desde Colombia, en donde el 85 por ciento se trafica por vía marítima, y de ese tráfico el 70 por ciento lo mueven por el océano Pacífico. El Comandante General de las Fuerzas Militares de Colombia, el almirante Francisco Cubides, bien conoce esa realidad, ya que son informaciones registradas desde cuando fue Comandante de la Fuerza Naval del Pacífico.
Múltiples casos evidencian la estructura mafiosa dentro de las FFAA, como la mayor banda narcotraficante del país. Conocido fue el prontuario del General de Cuatro Soles, Leonardo Alfonso Barrero Gordillo, que operaba como alias ‘El Padrino’ en la banda narcotraficante La Cordillera. O el caso del General Jorge Hernando Herrera Díaz, coludido con la banda de Los Pocillos, con quienes desarrolló del corredor de tráfico de cocaína en la costa del Pacífico en el departamento del Cauca.
El Narcoestado está absolutamente penetrado por el narcotráfico y la mafia, las FFAA no son, ni mucho menos, la excepción. Por el contrario, el Ejército y la Policía están íntimamente comprometidos con los cárteles de la droga, iniciando por el más grande del mundo: la DEA. Todo esto se ha amparado, impulsado y sustentado por el coctel letal que surge de la fracasada Guerra contra las drogas y la Doctrina de Seguridad que clasifica a los liderazgos populares como Enemigo Interno a perseguir y eliminar, plan de contrainsurgencia, que aplican este y los anteriores gobiernos.
Incluso, podrán hacerse “depuraciones” periódicas de las cúpulas de la FFAA, y no se erradicará la corrupción de sus filas, porque la Doctrina de Guerra manda hacer operaciones conjuntas con las mafias, bandas y redes criminales, contra el Enemigo Interno, que son todos aquellos que se oponen al régimen de dominación oligárquica subordinado a los EEUU.
Solo en esta misma semana se conoció de otra red de tráfico de armas, con las que desde las FFAA proveen a las bandas narco-paramilitares en la región del Catatumbo, la costa norte y el sur de Bolívar. Esto, como parte del entramado que relaciona a bandas como el frente 33 de las ex farc, con dinámicas internacionales subsidiarias de los EEUU, donde articulan la mafia albanesa, el tren de Aragua, entre otros, con la CIA y las FFAA de Colombia.