LAS JUGADAS DEL GOLPE BLANDO

LAS JUGADAS DEL GOLPE BLANDO

Sergio Torres

Las movidas y apuestas del imperio norteamericano, con el apoyo de la oligarquía criolla, no han dejado de avanzar. La apuesta preferida de estos es la combinación de desestabilización armada mediante la guerra proxy y el golpe blando.

Desde los primeros meses del gobierno Petro, cuando asomaron las primeras reformas, se supo que el viejo régimen utilizaría toda su maquinaria para impedirlas, y que un papel fundamental lo cumplirían sus representantes en el Congreso de la República, desde donde harían mayoría para impedir el avance de los proyectos del gobierno, por superficiales que estos fueran. Por ello fue una pésima señal que el presidente insistiera en hacer acuerdos de gobernabilidad con los representantes del régimen mafioso.

Poco tiempo después, con la evidente estrategia de bloqueo legislativo desde el congreso y desde otras entidades, se empezó a hacer más clara la ruta del golpe blando. Más aún, con la llegada de Donald Trump de nuevo a la Casa Blanca, quien casi de inmediato emitió señales de querer patalear con una agresiva política de guerra, ante el declive de los EEUU y el avance de un nuevo modelo multipolar. Para el caso colombiano, se fortaleció entonces la ansiedad de un régimen mafioso y narcotraficante, por retomar la presidencia y la del imperio por ralentizar su decadencia y arrastrar todo en su caída. Además, de la ayuda del propio gobierno con sus erradas estrategias.

Hace un par de meses, un medio internacional dio a conocer el contenido de grabaciones en los que se hablaba de “generar una presión, a varias manos, para que el presidente Petro no terminara su mandato”, en ello se involucraban funcionarios, exfuncionarios y obviamente representantes del viejo régimen mafioso y narcotraficante, varios de ellos y ellas hoy con candidaturas a la presidencia. Tal vez el objetivo era que Petro no terminara su mandato, como lo planteaban los audios del excanciller Leyva. O tal vez, ante la imposibilidad de esto, el plan de deslegitimar, bloquear y destrozar la legitimidad del proyecto de gobierno, de paso a la izquierda toda. Con ambas opciones, la meta final del imperio es retomar un control total del gobierno y exacerbar sus políticas de saqueo y narcotráfico en Colombia, con la ayuda obvia de la oligarquía mafiosa y paramilitar.

Limpiar el “patio trasero”

Por ello, una vez el gobierno Trump enfiló sus acciones hacia centro y sur América, empezaron a moverse todas sus fichas alrededor de clamar por una intervención en Venezuela y de paso una limpieza en Colombia. Con elecciones a la vista, tanto en Colombia como en EEUU, la estrategia fue aumentar la narrativa de fuerza guerrerista y echar mano de la ya conocida y fracasada guerra contra las drogas.

Como un maestro de las invenciones y con todo el aparato de manipulación mediática en sus manos, el gobierno de Trump crea un escenario en el que Venezuela y Colombia hacen parte del mismo plan. En el que todo cuanto pueda ser problemático para su realización, es rotulado como amenaza terrorista y narcotraficante, con lo que se justifica la intervención militar. El imperio, en su decadencia, buscará a como de lugar hacerse con los recursos minerales, repotenciar narcoestados como el colombiano y con ello menguar su indefectible caída.

Por ello, independientemente de las erradas estrategias del gobierno, que incluyen la continuidad de la contrainsurgencia, la doctrina del Enemigo Interno y la pacificación, una agresión desataría todas las bajezas del imperio, de las cuales las principales víctimas serían comunidades y pueblos.

Implica también la necesaria defensa del territorio y una resistencia prolongada. Esta puede ser también una oportunidad para poner en cuestión la injerencia de los Estados Unidos. Retomar las banderas de la autodeterminación y la soberanía. El mundo ha podido presenciar la inmundicia del accionar de un imperio en decadencia, y no será en Latinoamérica donde encuentre aire para alargar su estertor.

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