DECADENCIA IMPERIAL
Comandante Antonio García
En los momentos de gran convulsión y guerras suelen asomarse los síntomas o estertores de muerte de los imperios.
En la actualidad la guerra de la OTAN contra Rusia en Ucrania, la rebelión de las excolonias francesas en el Sahel africano, la guerra entre Palestina e Israel –guerra que pareciera regionalizarse– y la escalada militarista en el Mar Meridional de China parecen corroborarlo.
Los movimientos tectónicos de nuestro mundo hacen parte de un reordenamiento del orden global, donde el viejo orden unipolar –comandando por EEUU– no acaba de morir, y el nuevo mundo multipolar no acaba de nacer.
La transición pareciera imparable. Desde finales de la década de los 90 algunos analistas internacionales occidentales advertían la necesidad de evitarse, a cualquier precio, una alianza entre Rusia y China, por las nefastas consecuencias para la hegemonía mundial de Estados Unidos. Pero al acoso, hostigamiento y provocación de China y Rusia, solo ha servido para acercarlos al punto de crear un alianza estratégica económica, política, cultural y militar. A la política hostil hacia China, inaugurada por Obama, intensificada con la guerra económica de Trump, se le suma las provocaciones político-militares adelantadas por Biden en el Mar Meridional de China a través de Taiwán.
La guerra subsidiada que Estados Unidos y la OTAN libran contra Rusia en Ucrania, siendo un acto desesperado para contener y desgastar a Rusia, solo ha servido para acercarla más a China e impulsar nuevas alianzas con el Sur Global. Rusia se ha convertido en el país más sancionado del mundo, las más de 14 mil medidas restrictivas en su contra solo han servido para generar nuevas alianzas y pactos comerciales, apertura de nuevos mercados para la venta de combustible ruso y en monedas distintas al dólar, acelerando dramáticamente la tendencia hacia la desdolarización de la economía mundial.
Estados Unidos ha perdido la supremacía militar absoluta como resultado del declive económico, pues pese a contar con la mayor fuerza militar de mundo (y con un presupuesto que supera el valor combinado de los presupuestos militares de China, India, Reino Unido, Rusia, Francia, Alemania, Arabia Saudita, Japón y Corea del Sur), no ha conseguido ganar una sola guerra. La debacle de Vietnam continuó luego en Afganistán, Irak y Siria. Con la reducción sustantiva de la inversión en investigación de nuevas tecnologías perdieron la ventaja en la tecnología militar de punta. Rusia y China, por ejemplo, han desarrollado misiles hipersónicos como el Kinzhal y el Dongfeng-17, respectivamente, mucho antes que los Estados Unidos, quien tiene previsto empezar la producción del propio misil hipersónico para 2027. El caza de quinta generación ruso – Sukhoi-57 – ha superado a la variante gringa de Lockhead Martin, el F-35.
Los imperios duran cada vez menos. El Imperio Romano duró 1,500 años, el Sacro Imperio Romano-germánico unos 1,000 años, el Imperio Otomano 620 años, el Imperio Español 570 años, el Imperio Británico 500 años. Si tomamos como fecha de partida de nacimiento 1846, la guerra contra México, a través de la cual Estados Unidos se apropió de la mitad del territorio mexicano, el Imperialismo Norteamericano lleva apenas 177 años, y en rápido declive.
Las desventuras militares de décadas recientes – Afganistán, Irak, Libia, Siria, Yemen y Ucrania reflejan el comportamiento típico de los imperios en sus etapas finales. El imperio romano víctima de su crecimiento exagerado caminó hacia la desintegración bajo el peso de los extravagantes gastos militares y la corrupción. Ese mismo camino siguieron el imperio Español, el Inglés y el Francés. El imperialismo norteamericano está recorriendo el mismo destino.
Es así como la acelerada erosión de la hegemonía norteamericana abre el camino para el surgimiento de un eje geopolítico con Rusia y China como su centro de gravedad, que compite directamente con el eje noratlántico (EEUU-OTAN). Este nuevo eje es el motor y músculo detrás de nuevas arquitecturas multilaterales, como la Organización de Cooperación de Shanghai (OCS) y los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica).
En la pasada cumbre de los BRICS (Johanesburgo, septiembre 2023) seis nuevos miembros se adhirieron: Arabia Saudita, Emiratos Árabes, Argentina, Egipto, Etiopia e Irán. Estos 11 miembros de los BRICS representan el 43 por ciento del PIB global y controlan las dos terceras partes de la producción del petróleo a nivel mundial. Veintitrés países más han solicitado ingreso al grupo multilateral, incluyendo a Venezuela que, si se llegase a sumar, los BRICS controlarían un 77 por ciento de la producción mundial del petróleo. Muy llamativo es que tres de los nuevos miembros – Arabia Saudita, Emiratos Árabes y Egipto – han sido aliados históricos de los EE.UU.
Se avizora un reordenamiento integral: económico, político, militar y cultural, pero más que una nueva hegemonía, se precisa de un rumbo civilizatorio que enfrente la encrucijada en que se encuentra la humanidad, por eso se habla ya de un horizonte con la visión de «Una comunidad global de futuro compartido», concretar ese destino que se empieza a bosquejar es el reto de la humanidad.
En el contexto de los planteamientos del Comandante Antonio García, pertinente consultar «Las razones ocultas detrás de la guerra en Gaza», del periodista y escritor sirio Richard Medhurst, disponible en la plataforma Rumble.
Las guerras ayudan a estados unidos a sostenerse como imperio y demorar su inevitable desplome
Estados unidos siempre a upado guerras en todo el globo para posicionarse y hacer negocios
Ninguna guerra trae nada bueno, por eso hay que insistir en las negociaciones de paz en cualquier parte del mundo y las veces que sea necesario