María Fernanda Camacho

En Colombia en los últimos años se ha avanzo en lo referente a derechos de las mujeres, consiguiendo victorias históricas como el derecho al aborto, sin embargo, esto no le ha puesto freno al embarazo adolescente que sigue creciendo sin control.

Las adolescentes y jóvenes solemos ser un ‘coctel de hormonas’, lo que no nos deja mucho tiempo para pensar las decisiones, actuamos o reaccionamos al momento y como solemos decir, simplemente ‘nos dejamos llevar’.

Constantemente estamos sometidos a presión o matoneo que casi nos empuja a ser sexualmente activos, si eres niño tienes que demostrar que eres macho y si eres niña no puedes ser ‘la quedada del curso’. Si a esto le sumamos la curiosidad e irreverencia propia de adolescentes y jóvenes, la alta carga sexual y erótica a la que somos sometidas con la música, el baile, las pelis, las series y ni qué decir de la gran oferta pornográfica de internet, todo esto termina convirtiéndose en un peligroso coctel explosivo, con graves repercusiones en nuestra vida y la sociedad.

El año pasado 4.300 niñas entre 10 y 14 años, y 107.247 adolescentes entre 15 y 19 años se convirtieron en madres; es obvio decirlo, pero ninguna niña o adolescente tiene dentro de sus planes ser madre y mucho menos está preparada ni física, ni económica, ni mentalmente para serlo. Lo que demuestra que ponernos en el cole a jugar con muñecos de plástico como si fueran bebes y repartir condones no sirve para absolutamente nada, y la charla típica de papá y mamá sobre esperar el momento indicado tampoco sirve para nada.

Colombia ‘se rajó’ con honores en términos de educación sexual, porque se basan en estudios que se hacen desde las oficinas, muy alejados de las realidades que afrontamos los jóvenes día a día, y leyes sobre el aborto no resuelve el problema, ya que la concepción puritana de muchas familias hace que las adolescentes no interrumpan su embarazo.

Parar el embarazo en niñas y adolescentes implica destruir todo el modelo de educación sexual existente, crear uno nuevo que parta de realidades y cotidianidades diversas, de mucha vulnerabilidad y exclusión, y tumbe el mito de que los consejos son superiores a las hormonas, porque somos seres mayoritariamente de instintos e impulsos, lo que impacta la realidad de la sexualidad adolescente.

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