EL PARA-EJÉRCITO Y SUS ABUSOS
Damaris Izaguirre
Cada día se hace más evidente la connivencia entre paramilitares y Fuerzas Armadas (FFAA), que usan la perfidia como herramienta eficaz para camuflar la Guerra contrainsurgente de amedrentar la población, infame estrategia de sembrar miedo para vender seguridad.
No ha pasado siquiera un mes de la masacre que perpetraron los paramilitares en la vereda San Pablo de Cáceres, con la total anuencia de las FFAA, cuando se conoció otro hecho mucho más bochornoso y escabroso que el anterior; en esta ocasión un pelotón completo del Batallón de Infantería del Ejército, haciéndose pasar por disidencias -acto de perfidia condenado por el Derecho Internacional Humanitario (DIH)-, amedrentó y atacó a los habitantes de la vereda Bocas del Manso, zona rural de Tierralta, Córdoba.
Esta acción inicialmente negada por las FFAA, generó repudio e indignación en la sociedad colombiana; la acción ágil de los internautas mostrando pruebas de esta acción de Bandera Falsa, obligó a que el Ejército en un escueto comunicado reconociera la “posible participación de militares”, pero, ¿quién dio la orden?, ¿estas acciones sistemáticas forman parte de la Doctrina de Seguridad?, ¿qué responsabilidad le cabe al Comandante del Ejército y al Ministro de Defensa?
Si la connivencia entre paramilitares y FFAA no es una política de Estado ni forma parte de la Doctrina de Seguridad, como lo han afirmado en muchas ocasiones el Ministro de Defensa y el Presidente Petro, entonces, al interior de las FFAA existe un mando paralelo que tiene una estrecha relación con los paramilitares, que cuenta con el reconocimiento suficiente al interior de las tropas para que estás constantemente cometan actos contrarios a su deber ser, que no es otro que proteger a la población y respetar el DIH.
Están demorados el Presidente y el Ministro de Defensa en tomar acciones contundentes que reestructuren las FFAA y las lleven por la senda honorable que trazó Simón Bolívar; desde luego, ya es hora de dejar a un lado las medidas paliativas que no resuelven absolutamente nada, por el contrario mantienen el problema soterrado y le permiten crecer en las sombras; la única solución posible es cumplir las promesas de campaña y deponer la Doctrina de Seguridad por una que acabe con la política del Enemigo Interno, mientras esto no ocurra, continuará el paramilitarismo reinando al interior de las FFAA.