Omaira Sáchica
El Cambio Climático y las olas de calor extremo demuestran que el ‘punto de no retorno’ de la debacle ambiental está muy cerca, sin que los Estados adopten medidas estructurales que frenen la carrera hacia la extinción de las especies del planeta.
El clima del planeta está cambiando más deprisa e intensamente que en cualquier otra era, por los estragos ambientales del capitalismo en especial la afectación de grandes biomas como la Amazonía o el permafrost de la Antártida, que son determinantes para el equilibrio de los Gases de Efecto Invernadero y evitar el Calentamiento Global.
La Organización Mundial Meteorológica (OMM) informa que desde julio se viene registrando un aumento en la temperatura marina, el 27 por ciento de los océanos a nivel global están experimentando una fuerte ola de calor; a su vez advierte que, “las olas de calor empeoran la calidad del aire, con efectos en cadena sobre la salud humana, los ecosistemas, la agricultura y, de hecho, nuestra vida cotidiana; el Cambio Climático y la calidad del aire deben ser dos problemas tratados en conjunto si se quiere romper con ese círculo vicioso”.
El aumento del calor conlleva el derretimiento de los glaciares y con ello aumenta el nivel del mar, que está creciendo aproximadamente 3,3 milímetros por año; y aunque los Estados dicen estar tomando medidas correctivas, estas son paliativas y no atacan problemas estructurales como el hiperconsumo, la sobre industrialización, la dependencia de combustibles fósiles, la expoliación de los recursos ambientales entre otros.
Detener el Cambio Climático y sus impactos exige cambiar el modelo económico imperante, basado en la explotación desenfrenada de bienes naturales para acaparar capital en un grupo reducido de hiper millonarios; el futuro del planeta no depende solamente de bajar nuestra ‘huella de carbono’, sino en luchar por un post capitalismo donde exista verdadera conciencia ambiental y se tomen medidas que acaben con la desigualdad social.
