Andrés Forero

Jaime nació en 1960 y vivió en la Perseverancia, un barrio de obreros y empleados en el centro de Bogotá. Desde su familia ya era un rebelde y un genio, que diciendo verdades incomodas logró conectar con la gente y ser una voz popular.

La curiosidad fue un eje transversal en Jaime y lo llevó a estudiar en el seminario, luego temporalmente física y hasta aviación (logró volar en un monomotor y aterrizó casi de emergencia en el aeropuerto de Mariquita), para terminar siendo abogado y ejerciendo como periodista; pero, lo que marcó gran parte de su vida fue el humor y lo que hizo con él. Como escribe su hermana Marisol en el sitio web que creó en su memoria, “un hombre que se comprometió hasta la locura para decir la verdad y utilizó el humor para presentarla con suficiente audacia”, y los personajes que personificó así lo comprueban.

Jaime no sabía nada de televisión y lo aprendió en la práctica, su primer programa fue Zoociedad (1990 – 1993) y “Quac el noticero” (1995 – 1997), producido por Cinevisión para el Canal Dos; en 1992 el programa pasó al Canal Uno (entonces llamado Cadena 1) de Inravisión. Se emitía en el horario de las 9 pm y fue una expresión política y de humor que no existía. En el Gobierno de Gaviria tuvo oficina y contrato en el Palacio, se dieron cuenta tarde, porque nadie sabe quién lo nombró; Jaime dice que lo hizo por necesidad del país, así el Gobierno y ningún funcionario se lo haya otorgado. Se empoderó de diseñar y publicar la Constitución del 91 con traducciones para los pueblos indígenas, en su propia lengua y como ellos querían.

Luego vino el edificio Colombia (1995), que era donde vivían los ricos, el Presidente y todos sus funcionarios, era el país, ahí Néstor Elí era el celador; Dioselina Timaná (1996), la empleada de servicio del Palacio de Nariño que revelaba los secretos incómodos de sus jefes, donde expresaba y remedaba al personaje porque sabía y le contaban casi todo, tenía la información.

Con quien se identificó más y fue Garzón, es con Heriberto de la Calle (el lustra zapatos -1997-), se presentaba como hombre casado y reivindicaba a Eulalia Hurtrates en unión libre, un hijo Jhon Wilson de 3 años, y Cyndy Lady de 10-11 meses, a quien les puso su nombre; ese personaje incluso cuando le hablaban o preguntaban por Jaime G. decía que no existía, que ya dejó de ser, «huy que huesaso, él ya paso de moda, porque es abogado y se agotó, ahora le toca hablar es al pueblo; él es un periodista y yo soy un lustrabotas; me debe 4 lustradas de zapato más de dos meses». No lustraba a cualquiera, eran personajes de la vida nacional, algunos le temían a las genialidades que diría o les preguntaba, porque no había libreto.

Algunos le decían irreverente y trascendental en decir la verdad, varios no les gustaba que los nombrara, como a Plinio Apuleyo, los Rodríguez Orejuela, quienes le enviaron una carta debido a que en un programa hablaba de un narcotraficante caleño; Jaime les dijo yo no inventé el Cartel de Cali, pero existe y es la verdad, entonces le dijeron «no se meta con ese tema»; le decían: «entonces quiere plata, ¿cuánto quiere?», les dijo: «si al presidente le dieron 6 millones de dólares, a mi denme 7 millones y me callo», -seguro que era bromeando o mamándoles gallo-.

Expresión política y popular

Muchas entrevistas le hicieron como Heriberto y siempre iba caracterizado, su cara embadurnada de betún negro, su pelo con vaselina, vestido con camisa manga corta y pantalón, zapatos sencillos y humildes, con su caja de trabajo. Representó tantos personajes ‘comunes y corrientes’, gente humilde y trabajadora, pero su pensamiento era el que nos han enseñado Gaitán y Camilo, saber interpretarlo, casi representarlo, era la voz del pueblo. Era consciente que el pueblo es la fuerza política, que había que organizar y educar.

Hubo otros personajes como Godofredo Cínico Caspa, de manera genial fue en represalia a los conservadores y militares, debido a que una de sus mejores amigas de su padre era un militar que no gustaba que fuera visitado por Garzón y lo que decía, pues terminó colocándose el nombre de ese militar que es muy parecido al de él; pero ella, su amiga siempre fue sincera y sabía cuándo podía ir a su casa o se veían en otro lugar, eran asuntos de trabajo y ella hizo parte de ese equipo que Jaime organizó, incluida Paola Turbay, una de sus mejores amigas, -la reina, modelo y actriz-, como otras más que lo apreciaron y apoyaban en todas sus genialidades.

Otro personaje era Inti de la Hoz, esa periodista bastante presumida, arribista, ridiculizaba a la clase media que se sentía ser otro, de más arriba, sin serlo; decía que la élite es de pensamiento inglés, que la burguesía tenía pensamiento gringo, y les llamaba arrodillados; pero que en Colombia no había identidad, que había que construirla. 

Con Heriberto, Garzón difundió su proyecto político, se volvió famoso, todo el mundo lo buscaba o atendía, fue un rebelde antisistema y todo lo que hablaba y organizaba era en función de terminar el actual y construir una nueva sociedad, una nueva superestructura junto al pueblo. En varias entrevistas a Heriberto le preguntan «¿usted que haría como Presidente?», él respondía, «cambiaría todo, cerraría el Congreso, las Asambleas departamentales, son una vagabundería y donde roban al pueblo». Un día les dijo que «era mejor tenerlos ahí reunidos y no sueltos por ahí, que eran más peligrosos fuera». Le decían en las entrevistas que era grosero por TV y radio, él manifestaba: «no se preocupen por las palabras, escandaliza más ver la niñez con hambre y pidiendo limosna, eso sí duele».

En una de sus últimas entrevistas, ya en la fama y en la gloria dijo: “yo soy un tipo aburridísimo, creo en la vida, creo en los demás, creo que este cuento hay que lucharlo por la gente, creo en un país en paz, creo en la democracia, creo que lo que pasa es que estamos en malas manos, creo que esto tiene salvación”.

Quienes lo conocieron dicen fue un gran padre porque esos niños, él pasaba pendiente dentro de todas sus ocupaciones y genialidades; quedaron huérfanos, eso lo dicen ahora en su plena juventud, son rebeldes como su padre.

La muerte temprana inmortalizó a Garzón

Se equivocaron los que dieron la orden de asesinarlo el 13 de agosto de 1999, pensando que iba a pasar al olvido; la muerte lo sorprendió antes de despedirse y poder perdonar a sus asesinos, claro nos hirieron el corazón y trataron de llevarse nuestra sonrisa; pero, lo multiplicaron y adquirió la grandeza de un héroe nacional, se sacrificó como tantos, sabiendo que lo iban a matar y se reía y cantaba: «quiero morirme de manera singular», no tenía miedo, pero tampoco se puede decir que era un temerario, le gustaba decir la verdad y a la mayoría nos gustaba y a otros les incomodaba.

Garzón poco antes de ser asesinado estaba en las gestiones de ir donde el paramilitar Carlos Castaño, quien había accedido hablar con él a última hora, pero los sicarios llegaron primero. Alguien de los poderosos del país sentían que les estaba moviendo el piso y sus privilegios, le pidieron enviara algunos de sus gatilleros o sicarios a sueldo. ¿Habría que preguntarnos quién le daba las órdenes a Castaño?, para eso existe un personaje que está preso y era Subdirector del DAS y hacía parte de la estructura de las AUC, como asesor y docente; ahí existe parte de la verdad.

José Miguel Narváez (uno de su determinadores) condenado a 30 años de prisión fue Exsubdirector (2005) del Departamento Administrativo de Seguridad (DAS), seis años después del crimen, esa institución fue liquidada en 2011; Narváez fue hallado culpable de ser el determinador del homicidio, aunque él siempre ha negado su participación en el crimen. Debido a su trabajo en el DAS, también fue condenado en el caso de interceptaciones ilegales conocidas en Colombia como chuzadas durante el gobierno de Álvaro Uribe, quien es el responsable de su nombramiento.

Narváez tenía una estrecha relación con Castaño y asistía a las escuelas de formación de la organización criminal, donde también dictaba conferencias. Falta en la justicia colombiana que ese crimen sea declarado de Lesa Humanidad, porque fuera de que Jaime era un gran político, su asesinato hacia parte de una política sistemática y generalizada de ataques en contra de periodistas críticos, pero no solamente de estos sino también en contra de personas que como Jaime tenían una función de protección y de defensa de los derechos humanos; es un crimen que proviene de las máximas esferas del Estado, y en ese sentido todavía se requiere seguir indagando en esa misma cadena de mando.

El crimen de Jaime encarna la violencia que en Colombia mató hasta la risa, cuando apenas despuntaba la mañana del 13 de agosto de 1999, no cumplía aún sus 39 años de vida, su nombre pasó de robar carcajadas –con verdades incómodas– a ser un sinónimo de luto; luto por la mordaz crítica, sátira inteligente y defensa a los derechos humanos que cinco balas lo asesinaron para pretender silenciarlo.

Un legado de rebeldía y solución política

Garzón también fue defensor de Derechos Humanos y en sus últimos años se dedicó a una labor humanitaria de mediar con la guerrilla para liberar retenidos; fue este trabajo el que le puso el gatillo de los paramilitares en la cabeza, según la investigación de la Fiscalía y la sentencia que  condenó a José Miguel Narváez por ser determinador en el crimen.

Lo que Jaime nos dijo e hizo, más las barbaridades del régimen y los gobiernos, fue el caldo de cultivo para que los jóvenes y las mujeres junto a los indignados, emprendieran la inédita Explosión Social de 2021, que cambió nuestra historia, puso nuevo Gobierno y se aceleró la construcción de la paz y los cambios necesarios. En necesario resignificar a esos personajes de nuestra vida e historia que aún estamos por colocarlos en la gloria, donde deben permanecer, siempre junto al pueblo, para que los cuide, porque dieron la vida por su existencia y dignidad.

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