“TODO CAMBIÓ”, PERO SIGUE IGUAL
Damaris Izaguirre
El Gobierno de Petro se autodenominó como el “Gobierno del Cambio” y su promesa de tomar distancia del viejo régimen y su doctrina generó expectativas, que están interrogadas ya que en algunos aspectos los cambios son cosméticos y en otros brillan por su ausencia.
Durante décadas el régimen ha sostenido el statu quo mediante la implementación de una Doctrina de Seguridad que tiene como base la política del “Enemigo Interno”, política heredada de la filosofía contrainsurgente de EEUU e implementada en América Latina a través de la nefasta Escuela de las Américas.
Una de las principales promesas de campaña de Petro fue la supresión de la actual Doctrina de Seguridad por una con enfoque en Derechos Humanos; el programa de Gobierno ‘Colombia potencia mundial de la vida’ plantea, “transformaremos el enfoque de la seguridad basada en la construcción y eliminación del enemigo interno para pasar a una seguridad humana basada en la igualdad, la protección de la soberanía nacional, la seguridad ciudadana, el cuidado de la vida y la naturaleza. Consolidaremos el principio constitucional de la prevalencia de la autoridad civil sobre la militar (…)”.
La reciente masacre que perpetraron los paramilitares en la vereda San Pablo de Cáceres, Antioquia, y la reacción del Mando Militar de la zona al categorizar dicha ejecución sumaria como acción armada producto de combates, por un lado nos refleja la otrora política de seguridad democrática, que entregó el control militar al paramilitarismo y apadrinó los Falsos Positivos como parte de la Doctrina de Seguridad; además, ver que el Ejército por su parte y los paramilitares por la suya presentan el mismo parte de guerra y de incautación de armamento, devela la ya conocida colusión entre las Fuerzas Armadas y los paramilitares.
Se podría pensar que los hechos de Cáceres son acciones aisladas producto de las mal llamadas “manzanas podridas”, pero la continuidad y sistematicidad de este tipo de acciones, sumada al silencio cómplice de las altas esferas del poder y la inexistencia de acciones legales que destituyan y enjuicien a los Mandos Militares que trabajan en colusión con los paramilitares; deja claro que la promesa de reformar la Doctrina de Seguridad se queda en retorica. Señor Petro, las transformaciones que exige el país se deben convertir en acciones y hechos que traigan cambios estructurales, uno de ellos es acabar el aparato que mantiene sólido al viejo régimen.