CÓMO SUPERAR LA CULTURA IMPUESTA DE LA VIOLACIÓN
Colectiva Rosas L.
Las agresiones sexuales en relaciones entre personas conocidas, incluyendo de pareja o de seducción, hoy son tema de dominio publico que denuncia el movimiento de las mujeres por romper el silencio, algo por analizar a la luz de las perspectivas revolucionarias y de la lucha de clase.
La mayoría de las agresiones se presentan entre personas que se conocen, en algunos casos incluye violencia física que puede ir hasta el asesinato.
La cultura que nos impone los medios de comunicación y el sistema capitalista moldea nuestros comportamientos y nuestros deseos. Un análisis marxista de la realidad, desde el materialismo histórico, permite entender que la cultura es el producto de unas relaciones de producción. La cultura que promueve la violencia hacia las mujeres y las disidencias de genero tiene también su origen en la necesidad de explotar la fuerza de trabajo de las mujeres.
Las mujeres siguen siendo las encargadas de las labores que consideramos domésticas, realizan un trabajo no asalariado, y además cuando venden su fuerza de trabajo se les paga menos. Esa fuerza de trabajo sobre-explotada es un pilar del sostenimiento del modo de producción capitalista, por lo tanto se puede entender la violencia y la cultura que la permite, como las herramientas de control que hacen posible esa explotación. Si las mujeres tienen miedo de salir a la calle se quedan trabajando en casa, si tienen miedo a la represión se quedan calladas y se mantiene el sistema. Es un mecanismo diciplinante para generar obediencia.
Para superar esa situación debemos analizar cómo esa cultura se mantiene, al tiempo que atacamos sus bases materiales, buscando cómo se revaloriza el trabajo de las mujeres.
Solemos creer que nuestros deseos y gustos son naturales, sin embargo son el resultado de nuestra educación. Y nuestra educación sentimental y sexual está plagada de ideales que van en contravía de un proyecto de emancipación humana. La inferioridad de las mujeres está inmersa en nuestra idea del amor romántico. Algunos estudios sociológicos lo llaman “erotización de la dominación” .
Nuestra educación impone unos modelos del ser mujer y ser hombre, que además de invalidar cualquier otra forma de ser, nos hace incapaces de querernos de manera libre. Se enseña a las mujeres a generar dependencia afectiva, que los celos son la prueba del amor, y que un hombre debe ser distante y poco comunicativo para ser atractivo. A los hombres se les enseña a no expresar sentimientos y a ser poco analíticos en términos relacionales. También se supone que un hombre debe evitar algunos compromisos o querer escapar de ellos. La manera que se nos enseña a amar nos lleva a cortarles las alas a nuestras parejas, en vez de sentir que su libertad y autonomía es tan hermosa como la complicidad, que puede nacer de relaciones basadas en la igualdad y el respeto mutuo.
Las letras de nuestras canciones favoritas, las películas y las novelas enseñan que la prueba del amor es el sufrimiento, nos enseñan a enamorarnos embriagándonos de deseo, sufrir al no ser correspondidos, o que se apacigüe la pasión inicial y nos deja sin herramientas para generar relaciones de largo plazo, que permiten sentirse libres, apoyarnos mutuamente y emanciparnos.
Esa perversa educación sentimental, que nos hace buscar el drama más que el amor es la que nos lleva a creer que debemos conquistar la otra, que si nos dice que no, es una invitación a insistir. También estamos plagados de inseguridades sobre nuestros cuerpos, lo que creemos debe ser una actividad sexual y con frecuencia la raíz de los abusos, yace en esta incapacidad a ser libre colectivamente.
Se hace necesario cuestionar nuestras creencias para construir otro tipo de sociedad. ¿Por qué insistir a quien me dijo que no ?, ¿ por qué decirle que no a alguien si quiero decir que sí ?, ¿por qué usar el licor para “seducir” a alguien?, ¿por qué no hablar de nuestro deseo con las personas antes de vivirlo?, ¿qué tan libre se siente la persona de decirme que no?, ¿me gusta esa persona por quien es o por el estatus que creo que me daría conquistarla?
Hay mucho más que indagar para resolver estas contradicciones en nuestra vida cotidiana, pero es un inicio.