SALIR DE LA CRISIS IMPLICA INCREMENTAR EL PODER ADQUISITIVO
Claudia Julieta Parra
El modelo económico tiene implícita la falacia de que el fortalecimiento de los emporios económicos a través de beneficios fiscales y tributarios supuestamente fomenta el desarrollo económico del país; sin embargo, el contexto actual desvirtúa tajantemente dicha receta.
El Trickle Down Effect (TDE, por sus siglas en inglés), es una teoría económica neoliberal que plantea que el crecimiento y favorecimiento tributario de las grandes empresas y emporios es beneficioso para la economía nacional y que permite crear nuevas plazas laborales, bajo la falacia de que si una megaempresa aumenta sus utilidades, esta eventualmente extiende sus beneficios a toda la economía incluyendo a los sectores tradicionales.
Es absurdo pensar que una mayor riqueza para los ricos se traduce en mejores fortunas para todos los demás, esto por el contrario lo único que consigue es ampliar la brecha de la desigualdad. Los países que por décadas han aplicado el TDE en su economía no han logrado minimizar la brecha de desigualdad, ni han incrementado el poder adquisitivo per cápita; por el contrario, a medida que los dividendos del capital privado se incrementan los ricos se vuelven más ricos, se pauperiza el sector asalariado y crece el empleo informal, lo cual aumenta la brecha de pobreza y desigualdad.
En la mayoría de las economías el empleo bien remunerado es el motor de los mercados, toda vez que el empleo da solidez a las economías familiares y otorga poder adquisitivo per cápita, que inyecta masa monetaria y dinamiza las economías, en otras palabras, los salarios formales bien remunerados permiten adquirir productos y esto hace que las empresas produzcan más, generando la dinamización de la economía.
El Gobierno tiene como desafío incrementar el Gasto Social para así mejorar la Calidad de Vida de la población, a la vez que disminuye la pobreza monetaria y multidimensional, sin que esto incremente el déficit fiscal y el déficit de cuenta corriente. Cualquier política económica es inocua si no se rompe la lógica antifinanciera de incrementar constantemente el Gasto Corriente (burocracia, guerra, pago de intereses de la deuda externa) y disminuir ostensiblemente la capacidad de recaudo en el sector oligopólico; por el contrario, la política económica y financiera del país debería tener como pilar fundamental un plan integral de austeridad fiscal y financiera, y una reforma tributaria distributiva enfocada a gravar con mayor peso las mega empresas y los grandes patrimonios.