LOS ESCLAVOS DE LA DEUDA EXTERNA
Claudia Julieta Parra
Las políticas económicas impuestas por el viejo régimen y ratificadas por el actual Gobierno, además de ser deficitarias, obligan al Estado a acudir constantemente a empréstitos extranjeros imposibles de solventar, que ocasionan un déficit de Cuenta Corriente.
En el Informe del Banco de la República (BR) del primer trimestre de este año, sobre el déficit de Cuenta Corriente, reporta que la Deuda Externa (DE) llegó a 187.371 millones de dólares, lo que representa un aumento de 12.292 millones respecto al mismo periodo del año anterior, deuda que equivale al 55,3 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB); en otras palabras, por cada 10.000 Pesos que produce el país, 5.530 pesos deben ser destinados a pagar solo los intereses de la DE.
Este incremento de la DE ocurre en el peor escenario fiscal y financiero del país, según el BR el crecimiento del país este año solo será de 0,64 por ciento y el próximo año no superará el 1,5 por ciento, lo que equivale a un periodo de desaceleración económica, además durante este año el valor del dólar ha decrecido 452 pesos, lo que afecta considerablemente el precio del barril de petróleo, que tiene impacto directo sobre los ingresos estatales. El Gobierno ha incrementado ostensiblemente el Gasto Corriente (burocracia, Guerra, pago de DE), llevando la capacidad de endeudamiento de la nación al límite de sus márgenes permitidos, situación que de no ser subsanada hace que este pasivo sea insaldable.
Evitar el colapso financiero hace obligatorio y urgente decretar un periodo de austeridad estatal que suprima gastos onerosos e innecesarios y disminuya el Gasto Corriente; además es inaplazable romper la lógica antifinanciera de priorizar y aumentar anualmente el pago de una DE, a la que solo se logra amortizar los intereses pero no se cubre la deuda de capital; por ende, lo financieramente aceptable sería renegociar el pago y de esta manera aliviar la carga de este sobre el PIB, así se podría mejorar el desarrollo productivo y la capacidad de pago.
Dinamizar la economía implica incrementar el poder adquisitivo per cápita y esto solo es posible a través una política de formalización del empleo informal, el incremento de las plazas laborales, además resulta necesario un cambio de fondo en el modelo económico, que fortalezca y desarrolle integralmente la producción nacional.