DESPLAZAMIENTO, REBUSQUE Y REVICTIMIZACIÓN
Claudia Julieta Parra
El desplazamiento interno ha dejado más de 9 millones de víctimas y gran parte de estos son indígenas; que en muchas ocasiones la pobreza estructural los ha forzado a desplazarse hacia las cabeceras municipales, donde habitan las calles tratando de sobrevivir con la mendicidad.
En la jungla de cemento bogotana el rebusque en los semáforos se convirtió en parte del paisaje, en muchas ocasiones los semáforos y la carrera séptima están agolpados de indígenas, que sin mayor protección para el frío y con muchos niños a su cargo, tratan de de sobrevivir vendiendo algunas artesanías o simplemente mancillan su dignidad para decir en voz baja: ‘¡me regala algo, no tenemos que comer!’. Que ironía, los dueños de la tierra del maíz, desplazados y mancillados.
Ha pasado casi un año desde que los 1.292 indígenas Embera que se refugiaban en el Parque Nacional fueron desalojados y distribuidos en diferentes albergues de la ciudad; sin embargo, su situación sigue igual o peor, la Administración Distrital ha sido poco diligente para solucionar el drama de esta comunidad y a empujones a cubierto su alojamiento en condiciones muy precarias, que se limita a darles un espacio dominado por el hacinamiento y la inestabilidad de los servicios públicos básicos; ¿donde quedó la prelación y protección especial que prometió la Alcaldesa el día que a empujones y gases, sacó a los indígenas del Parque Nacional?
Como sociedad somos directamente responsables de esta situación por partida doble, en primer lugar nos hemos vuelto completamente indolentes ante el desplazamiento, y a los miles de colombianos que sobreviven en la indigencia, muchos de nosotros los vemos como sujetos imperfectos, sub-humanos que no merecen un trato digno, por lo que presionamos a las autoridades locales para que sean relegados a sitios donde su tragedia no dañe el paisaje de la capital; en segundo lugar, somos responsables de la actual clase dirigente que ostenta el poder local, regional y nacional, ya que los solemos elegir en pago a las dádivas que reparten durante la campaña electoral, sin hacer una elección consciente acorde a propuestas que desarrollen integralmente la sociedad y mitiguen la pobreza y la desigualdad.
Es hora que nos descolonicemos del mundo digital, que trascendamos el “universo maravilloso” de “arcoíris y miel” que se proyecta en las redes sociales, que aterricemos y abramos los ojos a las realidades del país, donde para millones comer dos veces al día es un lujo. Solo de esta manera serán viables la transformación de la sociedad y los cambios estructurales.