Violeta Arango

Las grandes empresas de comunicación hegemónicas utilizan la mentira y la llamada posverdad para manipular a través de los medios y redes. Son verdaderas armas de desinformación donde la verdad no importa.

Fue hace un año que el 28 de marzo de 2022 miembros del Ejército y la Armada Nacional asesinaron a por lo menos 11 habitantes de la vereda El Alto Remanso en Puerto Leguizamo, Putumayo. Una masacre en la que intentaron montar un nuevo “falso positivo” al manipular los cuerpos asesinados para hacerlos pasar por miembros de la Farc – Segunda Marquetalia. Un año en el que no hay ninguna sanción, ni investigación que busque justicia para los indígenas y campesinos allí asesinados.

A estos 11 pobladores impunemente asesinados por las Fuerzas Militares (FFMM), muy pocos medios los recordaron. Las grandes empresas de comunicación hegemónica estaban ocupadas condenando con gran ahínco una acción militar de la guerrilla. Que aunque también fue dolorosa, estuvo enmarcada en la confrontación de dos ejércitos, allí no hubo civiles muertos como si lo eran los 11 pobladores de El Alto Remanso. No hay que olvidar el asesinato de 7 guerrilleros desarmados y en estado de indefensión perpetrado por las FFMM el pasado 28 de enero en Buenaventura, que a pesar de su denuncia ninguno de estos medios ha dado relevancia. 

Esta selectividad cruel e inhumana sobre el dolor y la representación de las muertes, recrea las lógicas reales y los intereses con los que mueven estas empresas de la comunicación. Un falso dolor que se constituye en burla para las víctimas. La manipulación de los sentires para inducir comportamientos y reacciones sobre intereses políticos. La verdad no importa, casi que no existe, lo importante es hacer creer, hacer sentir, inventarla.

Con seguridad estas prácticas no son nuevas en política, el tema es que hoy las redes sociales y los medios tecnológicos constituyen el lugar perfecto donde se promueven ideas falsas, se atiborra de pseudoinformación, se inventa y manipula creando océanos de opinión con un centímetro de rigor y verdad, lo peor es que terminan ahogando las ideas.

La manipulación que impulsan estos negociantes de la comunicación va en busca de públicos que no les interesa que lo que se publica sea cierto, lo importante no es la verdad, sino que confirme su creencia y haga sentir parte de la opinión. Tristemente se ha definido la llamada posverdad como una distorsión deliberada de una realidad, que manipula creencias y emociones con el fin de influir en la opinión pública y en actitudes sociales. Este concepto define una de las peores armas de destrucción masiva que desde el campo mediático se ha creado.

Informarnos y comunicarnos son dos actividades fundamentales para el desarrollo de cualquier sociedad. La manipulación y la llamada posverdad son atentados contra un desarrollo armónico de cualquier comunidad. Construir un pacto, un consenso sobre la paz, implica eliminar la mentira y la falsedad de las practicas informativas, la fatal subordinación del interés económico sobre el rigor informativo, periodístico, comunicativo.

Un comentario

  1. Mientras los medios de comunicación sean propiedad de los millonarios y estén al servicio de los intereses del gobierno, siempre nos darán información tergiversada y manipulada para moldear nuestras conciencias.

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