GUERRERAS ELENAS, LUCHADORAS INVISIBLES
Marfa Loaiza y Elena Blanco
La historia tiende a hablar de pocas heroínas, deja en las sombras a miles de constructoras de procesos sociales e insurgentes quienes abonan el camino libertario, unas con su ejemplo vivo y otras con su legado y memoria.
Las luchas sociales e insurrectas se asemejan a un rompecabezas de cientos de piezas, que se agrupan en torno a un objetivo liberador común, donde cada pieza desde su lugar cumple una labor trascendental, por simple que esta parezca.
Ser mujer y ser revolucionaria es un doble reto al machismo y a los micromachismos que están insertados en nuestra sociedad, por lo que parte de la lucha revolucionaria es ir cambiando estos lastres, por saberes de unidad y equidad; las mujeres afrontamos el reto con altura desde diferentes espacios y roles, que sin ser vistosos si son trascendentales para el desarrollo político y organizativo de una fuerza rebelde. No todas nos convertimos en iconos como el caso de la Comandante Paula, no por falta de capacidad, sino porque no todas nos procesamos como ser político desde la conducción estratégica.
Muchas de nosotras -las que ya no están y las que continuamos la gesta libertaria-, nos desarrollamos plenamente al realizar labores cotidianas esenciales, todas somos combatientes y también salubristas, técnicas en comunicaciones, administradoras, animadoras del trabajo comunitario, analistas de inteligencia, educadoras, entre otras; cada una de estas labores se convierten en piezas que si se miran por separado parecen insignificantes, pero al momento de amalgamarlas son una sola obra donde unas sobresalen, pero detrás estamos todas las que cada día luchamos por la transformación del país.
En esta gesta transformadora son muchas las que ya no están, unas porque han decidido continuar aportándole a las causas emancipadoras desde otros espacios, y otras porque la crudeza de la Guerra nos las ha arrebatado; todas ellas, las Cristinas, Maryuris, Damaris, Patricias, Yesenias, Claudias, Martas, Natalias, Marcelas y Camilas, viven en nuestros recuerdos y están presentes en las labores que desempeñamos, su aura nos sigue alumbrando el norte; para las guerreras que ya no están les decimos que continuamos en sus trincheras de lucha, mantenemos sus banderas alzadas que son las nuestras.
Felicitaciones, me gustan mucho este tipo de texto que dejan a un lado la política y la ideología, para dedicarse a lo más importante el ser humano como tal, en este caso las mujeres que luchan día a día cada una desde su trinchera y muchas veces invisibilizadas.
Marfa y Elena felicitaciones por su artículo, es muy bueno y además relatan esas historias que hacen de los procesos lo que son, pero por ser cotidianas quedan en el olvido como la parte trasera de una costura, indispensable pero opacada por lo que es visible. Espero seguir poder leyéndolas constantemente.
Muy lindo homenaje el que le rinden a sus compañeras, tanto a las caídas como a las que continúan en la lucha desde las sombras.
Este tipo de historias son muy buenas y cambian la monotonía de la política.
Es muy buena conocer esa parte humana y cotidiana de la guerrilla, que no sé porque casi no la dan a conocer.
Felicidades, gran trabajo el que vienen haciendo con la memoria histórica elena.
Luis es muy grato ver de vez en cuando su parte humana, no solo puede ser guerra y política, sin lo humano no existe nada, los procesos los construimos hombres y mujeres de carne y hueso.