HAY HAMBRE EN AMÉRICA

Mariela, Jorge Guerrero, Tulio Bayer

Ya no es un pronóstico, es una realidad que crece. La inseguridad alimentaria se expande como mancha de petróleo en el mar, dice la FAO, realidad tan preocupante como la catástrofe climática, que son fenómenos interconectados, descuidados por los países llamados desarrollados.

El 2022 registró el mayor crecimiento en los precios de los alimentos, asociado a la alta inflación que registra un récord de 159 por ciento, para este año 2023 algunos precios bajarán un poco pero se sostendrán elevados.

Guerra y especulación producen penuria

La Pandemia y la guerra desatada en Ucrania interrumpen la cadena de suministros. En una economía globalizada implica una crisis sin opciones a corto plazo, se suma el impacto derivado de la catástrofe climática en desarrollo, según lo ratifica el Panel intergubernamental de cambio climático Ipcc (2022).

El sistema global alimentario es muy ineficiente. Algo muy notorio a la hora de hacer frente a una policrisis como lo que estamos viviendo, la producción a gran escala, el monocultivo extendido (práctica que el mismo informe del Ipcc llama a buscarle alternativas) son altamente dependiente de los derivados del petróleo.

La industria de alimentos se encuentra altamente concentrada en pocas empresas globales. Es así que por ejemplo, las empresas State Street, Vanguard y BackRock controlan el 25 por ciento de las acciones de algunas de las mayores empresas agroalimentarias. Aparte las empresas de fertilizantes como Nutriem, las empresas de semillas, pesticidas como Bayer y Basf, Sygenta, ChemChina, Corteva, parte de esta articulación para la producción de alimentos, aumentaron sus ganancias de forma exorbitante, por esto Cargill la mayor comercializadora de cereales logró su mayor ganancia, etc.

Exportar alimentos a costa de aumentar el hambre

América Latina es una región estratégica para la exportación de alimentos, pero es una región donde el hambre aumenta, donde se han privilegiado políticas agrarias, cambiarias, fiscales, medio ambientales, laborales, etc., orientadas a favorecer la industria extractiva extranjera, para lo cual se ha acudido a constantes ciclos de empréstitos internacionales para tal fin, igual sucedió para “combatir los efectos de la pandemia” con que se profundizaron los procesos de endeudamiento.

Ese aumento de deuda y los efectos de los Tratados de Libre Comercio (TLC) que se negociaron en contra de los intereses de la población pasa su factura al haber creado una infraestructura institucional incapaz de hacer frente al creciente problema del hambre. Todos estos elementos terminaron asfixiando la producción autónoma campesina, familiar y local.

En Colombia solo 9,7 millones de personas (19 por ciento) cuentan con seguridad alimentaria, un 51 por ciento apenas cuenta con seguridad alimentaria marginal, otro 26 por ciento tiene seguridad alimentaria moderada y un 4 por ciento sufre inseguridad alimentaria severa, es decir un 30 por ciento está bajo unas condiciones deplorables (unos 15,3 millones de personas). Es de destacar que en grandes las ciudades esta hambruna se está sintiendo, aumenta y es cada vez más visible.

La organización social, popular, campesina debe avanzar en estrategias de planeación propia, potenciando territorios y zonas de trasformación, esto debe hacerse con o si Gobiernos alternativos.

Las razones de la lucha cobran mayor valor, necesitamos una sociedad más justa, humana y en armonía con la madre tierra, eso no se logra con decirlo, sino que toca construirlo.

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CEPAL (2022) Hacia una seguridad alimentaria y nutricional sostenible en América Latina y le Caribe en respuesta a la crisis alimentaria mundial.

FAO (2023) índice de precios de los alimentos de la FAO

Grupo ETC. (2022) Barones de la alimentación 2022.