¿LAS CONSIGNAS DEL 2018 SON DIFERENTES A LAS DE 2017?

¿LAS CONSIGNAS DEL 2018 SON DIFERENTES A LAS DE 2017?

Damaris Izaguirre

La pasada campaña presidencial de Gustavo Petro se dedicó a prometer ‘lo divino y lo humano’, promesas que tenían como pilar ético llegar a ser un gobierno distinto, alejado de la política tradicional caracterizada por gobernar a través del clientelismo y el nepotismo.

El desarrollo de los hechos durante estos 7 meses de gobierno no vislumbra el cambio prometido, ya que además de estar rodeados de los de siempre, pululan los escándalos de corrupción y nepotismo, en los que también aparece involucrada la familia presidencial o personas muy cercanas al Presidente.

Petro construyó su propuesta política durante largos años sobre la narrativa de un proyecto incólume, desde donde criticó duramente a los gobiernos anteriores por sus acciones nefastas y de derroche, situaciones que al repetirse hoy, tratan de relativizar y justificar, lo que constituye un asalto a la inteligencia de los colombianos; por ejemplo, nombrar amigos en cargos públicos sin ningún merito profesional es corrupción, sin importar si lo hace la izquierda o la derecha, igualmente el nepotismo es un delito que no puede justificarse  ideológicamente.

La ambivalencia que exhibe el gobierno entre su discurso y sus acciones, conduce a que la popularidad de Petro empiece a declinar, la más reciente encuesta de Invamer Poll mostró que al inicio su mandato tenía una aprobación del 56 por ciento la que ahora baja al 43 por ciento, mientras la desaprobación subió y llego al 53 por ciento. Los colombianos nos cansamos de las promesas incumplidas, de depositar nuestra confianza en candidatos que en campaña promocionas unos ideales acordes con nuestras necesidades, pero una vez electos sus ideales se conectan con la clase dominante de siempre.

El cambio no puede ser retórico, debe estar fundado en hechos tangibles. Señor Presidente si de verdad está interesado en el bienestar del pueblo, está a tiempo de cambiar el curso del barco, no olvide la pancarta gigante que ondeó en su posesión, que en mayúsculas decía: ‘No nos defrauden’.

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