MUJERES QUE ALZAN LA VOZ
Redacción desde las cárceles
Las mujeres somos protagonistas, no importa dónde nos encontremos, hoy somos mujeres en una cárcel rodeadas de inhóspitos muros que nos encierran a causa de nuestra rebeldía. Esta condición de ser prisioneras políticas no nos impide que sigamos siendo constructoras activas de la historia.
Aunque nos quieran negar e invisibilizar, queremos hacer un llamado a no ser permisivas, a creer en nosotras mismas y tener la convicción que es nuestra hora, hemos conquistado nuestros derechos gracias a la rebeldía femenina, que se resiste a la subyugación de la cultura patriarcal.
Alcemos la voz, construyamos un futuro donde nuestro protagonismo traiga grandes cambios y logremos todas juntas una sociedad, en la que podamos superar la misoginia y la discriminación, pero sobre todo una sociedad en la que, sin importar género, podamos ser libres; para ello necesitamos fortalecer los lazos de identidad, solidaridad, empatía y amor eficaz.
Hoy cientos de mujeres estamos encerradas en la cárcel de Pedregal, en Medellín, donde nos violan sistemáticamente nuestros derechos, situación que nos lleva a estar en una resistencia permanente.
Vargas Lleras chupasangre en las cárceles
Las cárceles en su conjunto sufren por el incumplimiento de la Constitución, uno de los elementos más evidentes es la Uspec, una unidad de servicios que debe hacerse cargo de suplir todas las necesidades de la Población Privada de la Libertad, entidad que hoy terceriza y es un botín político de enormes rentas económicas entregado a Vargas Lleras desde hace años, por lo que no tiene como prioridad proveer lo necesario a la población reclusa.
Un ejemplo de la mala administración de la Uspec es el atraso de la infraestructura carcelaria, así como la alimentación que suministra, con la que se niega el principio de dignidad de los seres humanos; la comida de las mujeres es preparada en la sección de hombres, que no cuenta con las condiciones mínimas de salubridad e higiene, lo que genera graves enfermedades gastrointestinales; esto aunado a que no se entrega la cantidad estipulada de alimentos y su mal estado hace que la población reclusa esté en desnutrición.
Peor situación para las mujeres
La negación sistemática de derechos como la salud conduce a que las mujeres que padecen enfermedades como el VIH, estén condenadas a la pena de muerte por falta de tratamiento; las mujeres con padecimientos psiquiátricos son excluidas de la sociedad profundizando su condición, lo que impide que haya una resocialización, supuesta finalidad del sistema carcelario.
Las mujeres prisioneras sea por la razón que fuere, sufrimos la misoginia del sistema penitenciario que considera que una mujer criminal es lo más despreciable de la sociedad; por ser mujeres somos doblemente condenadas: por el delito que cometimos y por el estigma de que debimos haber estado cuidando el hogar, por tanto es evidente que se utilizan mayores recursos de represión y persecución en una reclusión de mujeres que en una de hombres.
La operatividad de los cuerpos de custodia y vigilancia del Inpec, sin importar que sus integrantes sean mujeres nos discriminan por este hecho; de hecho, esos cuerpos actúan en venganza contra nosotras, por considerarse a sí mismas mejores representantes del género femenino, una muestra de ello es la humillación constante de dañar adrede los productos más imprescindibles para una mujer, como son las toallas higiénicas.
Son los mismos cuerpos de custodia quienes se encargan de generar los problemas de convivencia entre las mujeres reclusas, por los comentarios que riegan de manera malintencionada, que las pone en riesgo. También debemos destacar el trato generalizado que dan a los problemas, lo que conduce a retaliaciones de unas mujeres contra otras, que origina problemas psicológicos a los que no se les da ningún tratamiento.
El trato de humillación no solo se refleja en malos tratos verbales, sino en la negación de espacios que son mínimos para una vida digna, seguimos teniendo dificultades para recibir una hora de sol semanal y no es posible tener acceso a actividades u ocupaciones en el día a día ¿esta es la resocialización que humaniza o más bien un sistema de tortura que se venga de las “criminales”?
Todas estas condiciones hacen que las cárceles sean espacios de lucha cotidiana para romper con la misoginia que se quiere vengar de nosotras, de unas mujeres que por diversas razones nos excluyen de la sociedad por “mal comportamiento”. Insistimos que, sin importar que estemos prisioneras, seguimos siendo protagonistas y constructoras de historia, forjando una nueva sociedad con nuestra resistencia que fortalece prácticas de sororidad y amor eficaz.