EL AJEDREZ DE LOS CAMBIOS DE MINISTROS
Damaris Izaguirre
Las contradicciones al interior del Gabinete de Ministros, las distancias que toman los Partidos de la coalición de Gobierno y la injerencia de la Primera Dama en el nombramiento de funcionarios públicos, indican que la gobernabilidad del Presidente Petro está interrogada.
El actual Gobierno ha dicho que sostendrá su mandato alejado de las costumbres políticas tradicionales que basan la gobernabilidad en el clientelismo; sin embargo, varias de sus acciones no toman distancia con la politiquería tradicional, ¿es posible lograr el cambio recurriendo a las prácticas de siempre?
Las divisiones al interior del Gabinete hacían suponer que vendrían cambios como la salida Alejandro Gaviria del Ministerio de Educación, además, genera interrogantes la destitución de la Ministra de Cultura Patricia Ariza, quien venia apoyando el proyecto político de Petro desde que fue Alcalde Mayor de Bogotá, pero tenía diferencias con la Primera Dama y el Viceministro de Cultura Jorge Zorro -profesor de piano de la hija de Petro y amigo de Verónica Alcocer-, quien enseguida fue designado Ministro encargado de Cultura.
Hay que recordar que no es la primera vez que un allegado a la Primera Dama llega a altos cargos en el Gobierno, antes se trató de Concepción Baracaldo designada como Directora del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (Icbf), luego fue la española Eva Ferrer nombrada como Consejera para la Reconciliación.
La reunión con los Partidos Tradicionales (Conservador, Liberal, La U) que habían manifestado oponerse a la Reforma a la Salud, coincidió con la salida de las Ministras de Deporte y Cultura, que se enteraron de su despido minutos antes del anuncio televisivo, algo característico de la informalidad de este Gobierno experto en debates con trinos de Twitter y en actos mediáticos efectistas; es evidente que el cupo que dejaron las Exministras los asignaron a otros como cuota burocrática, para tratar de solidificar la endeble alianza de gobernabilidad.
El Gobierno de Petro se juega la legitimidad con los millones que votaron por un cambio estructural del país y de las formas tradicionales de hacer política, aún no es tarde para que el Gobierno vuelva a la senda de lo prometido en campaña y no llegue el día en que la sociedad exija en las calles las promesas incumplidas.