LA LEGITIMIDAD DE LA LUCHA POPULAR
Damaris Izaguirre
La lucha popular, la protesta y la movilización social siempre han sido un medio legítimo de los pueblos para exigir los cambios y las transformaciones que le son negados por el Estado; sin embargo, este medio con frecuencia es instrumentalizado.
Décadas de exclusión, desigualdad y políticas estatales que favorecen a los ricos y los políticos que trabajan en pro de beneficios de la élite y no de los colombianos, gestaron el Estallido Social de 2021 que de manera masiva exigió cambios estructurales, acordes al deber ser del Estado Social de Derecho; sentir y expresión popular legítima que fue canalizada parcialmente por los políticos, entre ellos los de la campaña por un Gobierno progresista, que se comprometió a romper con la política tradicional y luchar en favor de Los Nadie, cambios que aún están por verse.
Desde sus inicios, el actual Gobierno se dedicó a rodearse de los politiqueros de siempre, captados por la repartición burocrática tradicional para lograr la llamada gobernabilidad; sin embargo, seis meses después la coalición gobernante está en declive y se deshace, por esto el Gobierno trata de contrarrestar su desgaste, llamando a la movilización social para respaldar Reformas que aún no se conocen en su totalidad y que muy probablemente serán negociadas con la élite dominante, ¿lo correcto no sería exigirle a los Congresistas que hagan su trabajo y justifiquen sus exagerados sueldos?
Las jornadas de movilización de la semana pasada, la del 14F convocada por el Gobierno y la del 15F organizada por la oposición de derecha, no lograron las expectativas creadas, ninguno de los dos bandos movió toda la gente que pretendía movilizar y el apoyo recibido no fue más allá de los seguidores más fieles; quizás se pueda decir que los ganadores fueron los expectantes que esperan ver hechos positivos del Gobierno, del otro lado están los críticos que no creen que con ir a la calle se van a remediar las falencias del Gobierno.
Está por verse si la corrupción, el clientelismo y el favorecimiento a los ricos y las multinacionales continuarán, porque hasta ahora el Gobierno del Cambio personifica un evidente contraste, manejando un fuerte discurso antiburgués en twitter, mientras produce Decretos y Proyectos de ley que no coinciden con esta retórica; por tanto, toma vigencia el llamado de Jaime Garzón, “si ustedes los jóvenes no asumen la dirección de su propio país, nadie va a venir a salvárselo, ¡nadie!”.