AMENAZAS Y PRÁCTICAS DE DESPOJO CONTRA LOS SIKUANI

AMENAZAS Y PRÁCTICAS DE DESPOJO CONTRA LOS SIKUANI

Violeta Arango

Los Sikuani creen en Tsamani, a quien dirigen sus plegarias a través de la planta sagrada del Yopo; del árbol Kaliawiri -el único capaz de entregar alimentos en todas las épocas-, nacen las semillas que les dan sustento, obtenido de la madre tierra gracias a la observación que hacen de la naturaleza y la astronomía.

El Sikuani es un pueblo que habita la Orinoquía colombo venozolana, en Colombia la mayoría viven en Vichada y Meta, y en menor cantidad en Arauca y Casanare. Eran un pueblo nómada que tuvo contacto con los occidentales en la década del 50 del siglo anterior, cuando hubo un apogeo de plantaciones de caucho; los colonos junto con el Ejército colombiano los consideraban animales, por ello organizaron cacerías y matanzas de Sikuanis denominadas Guajibadas o Jaramilladas; prácticas genocidas que se repitieron en la década del 70.

La colonización acelerada y el Genocidio del que fueron víctimas, llevaron a que disminuyera dramáticamente la población Sikuani; para sobrevivir dejaron de ser nómadas y se fragmentaron, por lo que hoy día sus asentamientos son islas dispersas en la Orinoquía.

La comunidad Sikuani ubicada en Puerto Gaitán, Meta, ha sido víctima de desplazamiento forzado y despojo de sus territorios; el 28 de enero de 1991, la Corte Constitucional declaró el Resguardo indígena de Domo Planas, pero ese mismo año el Instituto Colombiano de la Reforma Agraria (Incora) tituló a empresarios particulares parte del Resguardo, predio que llamaron El Socorro, que hoy se encuentra incautado por haber sido usado para narcotráfico y como Base paramilitar, por lo que su dueño está preso. Los paramilitares desplazaron a los Sikuani, quienes siguen exigiendo que se reconozcan sus derechos sobre estos territorios.

A Puerto Gaitán en 2015 llegó la comunidad religiosa menonita, ‘los gringos’ como los llaman los indígenas, quienes se encuentran colonizando y deforestando territorios ancestrales de las comunidades, amparados por la funesta Ley Zidres, que legaliza zonas francas para el agronegocio y promueve la acumulación de tierras en manos extranjeras.

Los indígenas Sikuani desde que se encontraron con los occidentales han sido masacrados, despojados y fragmentados; actualmente sus derechos no se restituyen y continúa el despojo rapaz, que poco a poco va acabando con las tradiciones ancestrales de los pueblos y sus conocimientos, en una depredación simultánea de la Madre Tierra y de los pueblos ancestrales.

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