EL CAMBIO ES MARCAR LA DIFERENCIA
Damaris Izaguirre
Este Gobierno del Cambio se comprometió a tomar distancia de las costumbres políticas desgastadas y lesivas para la población; sin embargo, el clientelismo, el nepotismo y los gastos desmedidos siguen apareciendo en esta administración, ¿de qué cambio estamos hablando?
Una de las banderas durante la campaña presidencial de Gustavo Petro era desligarse de la politiquería tradicional, ahora siendo Gobierno han publicitado su compromiso con la austeridad, la eficiencia de los recursos públicos, terminar con el clientelismo y el nepotismo como práctica para otorgar contratos y cargos públicos; sin embargo, los hechos diluyen estas promesas y las van dejando apenas como demagogia de campaña.
En los últimos meses se ha ido evidenciando que para ser parte del Gobierno o contratar con este no se necesita suficiencia académica o buenas referencias laborales, basta con ser amigo o vecino de la Primera Dama Verónica Alcocer; lo que me recuerda la publicitada frase del Excandidato presidencial Rodolfo Hernández sobre, “la mujer metida en el Gobierno: a la gente no le gusta porque ven que es invasiva, que a ella no fue la que eligieron, eligieron fue al marido”.
Meses atrás Concha Baracaldo compañera de té de Doña Verónica, cuestionada por actos de corrupción en Chía y Tocancipá y sin la idoneidad requerida fue designada como Directora del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (Icbf). Ahora el turno es para la española Eva Ferrer, ‘mano derecha’ de la Primera Dama, quien a través del Decreto 0068 del 20 de enero fue nombrada como Consejera Presidencial para la Reconciliación Nacional del Departamento Administrativo de la Presidencia de la República (Dapre).
Para los bogotanos no es nada nuevo que la señora Alcocer sea quien decida nombramientos y meta a sus amigas al Gobierno, simplemente es una réplica de lo que hacía cuando fungió como Primera Dama de Bogotá. El hecho de fondo es que el nepotismo y el clientelismo que Petro y sus seguidores criticaron tajantemente cuando eran oposición, ahora lo matizan para justificar lo injustificable, ¿de qué cambio estamos hablando?
En medio año de esta administración, la lucha contra la corrupción va quedando apenas como una consigna de campaña, mientras esta persista enquistada en el Gobierno se van a frenar los cambios y las transformaciones sociales que demandamos la gran mayoría, así que no queda otra opción que la presión social para exigirle al Gobierno, que cumpla sus promesas o apoye a otros en su lucha por una sociedad con justicia social y libre de clientelismo y corrupción.