DIGNIDAD Y RESISTENCIA DESDE LA TRINCHERA DE CONCRETO

Jerónimo Preso Político de la Cárcel La Dorada, Caldas

La cárcel es un cambio de geografía para los militantes Elenos. Los presos políticos por siempre han mostrado su dignidad y consecuencia, enfrentando la vicisitud y el aislamiento.

Las conmemoraciones tienen la dificultad de que conforme pasa el tiempo, éstas se van tornando repetitivas, ritualistas y ya con muy poco que decir para quienes vivimos los acontecimientos o para quienes los conocemos desde su origen.

Pero como el mismo término lo indica, la acción tiene como fin traer a la memoria y en conjunto con otros, un suceso. Memoria que, de no hacerse el ejercicio, no pasará a las otras generaciones, ni siquiera como anécdota. En esta ocasión, por tanto, la conmemoración no solo es sobre un hecho puntual, sino sobre una realidad que se sigue viviendo: la existencia de Presos Políticos.

Valga recordar de manera rápida, que tal conmemoración obedece a que en 1973 se produjo el secuestro y posterior asesinato del compañero obrero Luis Carlos Cárdenas Arbeláez, por fuerzas estatales en cercanías a la capital antioqueña. Desde entonces, el 15 de octubre es recordado, en su memoria, como el Día del Preso Político.

Sin embargo, está reflexión no va encaminada a hacer una reseña de la vida del compañero, como tampoco a describir las condiciones y circunstancias que hoy nos toca. Traerlo a la memoria, no como un simple homenaje, sino como el acicate para seguir resistiendo sin claudicaciones, ni físicas, ni políticas ni ideológicas.

Sabido es, que el enemigo intenta aislarnos de la sociedad y de nuestros compañeros, en un vano intento por destruir nuestra moral; pero como dice Erich Fromm en el siguiente fragmento; «la conexión espiritual con el mundo puede tomar distintas formas; en sus respectivas celdas, el monje que cree en Dios y el prisionero político aislado de todos los demás pero que se siente unido con sus compañeros de lucha, no están moralmente solos’” [1].

Así pues, algunos de nosotros, quizás muchos, creerán en Dios y lo buscarán para su fortaleza; pero otros, quizás pocos, nos sentimos conectados con nuestros compañeros de lucha y así rompemos el aislamiento.

Y ante las condiciones duras, habrá que decir con el general romano Marco Metellius Aquila, al ser sometido a prisión y a trabajos forzados junto con su Emperador Aureliano, y una decuria de su ejército, por el emperador persa Sapor: «tratad de descansar, soldados, y procurad sobrevivir. Al precio que sea; también el suicidio es deserción. No lo olvidéis» [2].

También la pereza, el abandono del estudio, el descuido físico y del lenguaje, es deserción. No lo olvidéis. No hay que olvidar, cómo dice otro personaje (Daruma) de la misma novela, que ayuda en su huida al mentado general.

«Cuando un hombre ha estado preso durante tanto tiempo (…) Su mente necesita expandir sus facultades, en la imaginación, en las fantasías, en los sueños, la falta de libertad oprime la inteligencia, anula la posibilidad de hacer planes: lo primero que se recupera es el pasado…» [3]; así lo apuntó Giovanni Pico della Mirándola en su discurso sobre la dignidad del Hombre, citando a un poeta desconocido para defender los argumentos de su utopía.

De acuerdo con Manfredy, el prisionero político no debe dejar de soñar, de imaginar, no para vivir en un mundo de ilusiones, sino para seguir cimentando la construcción del mundo futuro.

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[1] Fromm, Erich. El miedo a la libertad. Editorial Planeta. Bogotá, 2017.

[2] Manfredy, Massimo Valerio. El imperio de los dragones. Barcelona, 2005.

[3] Minecan, Ana. Giovanni Pico della Mirándola. Discurso sobre la dignidad del Hombre. Aletheia Centro de estudios filosóficos. Youtube, 2019.

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