PROCURADURÍA: CORRUPCIÓN Y CLIENTELISMO

PROCURADURÍA: CORRUPCIÓN Y CLIENTELISMO

Damaris Izaguirre

En un Estado Social de Derecho la separación de poderes es garantía de la democracia, donde los entes de control deben tener absoluta independencia de la Rama Ejecutiva, sin embargo, en Colombia el mecanismo de selección de la dirección de estos entes los convirtió en oficinas serviles al régimen.

La Procuraduría General de la Nación según el ordenamiento jurídico es un ente autónomo e independiente, que tiene por objeto ‘representar a los ciudadanos ante el Estado’ lo que implica ejercer funciones principalmente preventivas, en procura de que los funcionarios públicos y sus actuaciones vayan en cumplimiento de las disposiciones constitucionales y legales.

Recientemente el Presidente electo Gustavo Petro afirmó que, “transformar la Procuraduría en la gran Fiscalía anticorrupción dentro del poder judicial no es eliminarla, es empoderarla como toca”; sin embargo, cambiarle el enfoque a este ente no resuelve el problema de fondo, es más, sería continuar repitiendo la duplicación de funciones.

La Procuraduría es un ente caduco ya que sus principales funciones son desarrolladas por otras instituciones, muchos juristas coinciden en que la Procuraduría era necesaria antes de la Constitución de 1991 cuando no existía la Fiscalía ni la Defensoría del Pueblo, pero al surgir estos entes la Procuraduría cumplió su ciclo vital; además en las últimas décadas este ente se ha enfocado en la acción punitiva y con un enfoque selectivo, convertido en una Gestapo criolla que persigue con vehemencia y sevicia a los opositores políticos del régimen, a la par que le brinda impunidad y protección a los secuaces del régimen.

Acabar la Procuraduría es una reforma necesaria e inaplazable, no solo en el ámbito administrativo sino en el campo jurídico y fiscal, ya que esta se volvió una institución de control redundante, enredada y muy costosa, además se convirtió en un tráfico de clientelas con el cual el régimen canjea cuotas de poder.

En sí mismo el problema de fondo es la forma como funcionan los entes de control, ya que en la actualidad el clientelismo los convirtió en apéndices de régimen, esto se hizo más evidente en el Gobierno de Duque que se apropió de todos ellos; la transformación del país debe iniciar por volver sus entes a sus orígenes constitucionales, solo así será posible lograr las transformaciones sociales y políticas que requiere el país.

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