EL PULSO CON EL VIEJO ORDEN
A la oligarquía le funcionaron la compra de votos y las trampas en el escrutinio pero pillados con ‘las manos en el fraude’, debieron reconocer el robo de cerca de medio millón de votos a la oposición, reconteo impugnado por Uribe, quien llama al Golpe de Estado para imponer a Fico su sucesor.
Los resultados de las elecciones del pasado 13 de marzo al igual que las extraordinarias movilizaciones del año pasado, son muestras inequívocas del rechazo de las mayorías a la gestión de este Gobierno, pero también del malestar con el régimen y el sistema imperante, indican igualmente las crecientes aspiraciones de cambio de un número cada vez mayor de colombianos.
El año pasado se desarrollaron en Colombia las movilizaciones sociales más contundentes, extensas y prolongadas de los últimos 70 años, lo cual es altamente indicativo de la situación del país y del estado de ánimo del pueblo colombiano, estas movilizaciones expresan a la vez importantes desarrollos de las luchas populares, prefigurando posibles escenarios del discurrir de la lucha de clases en el inmediato futuro.
Ese inconformismo, ese malestar que se expresó en las protestas del año pasado, se volvió a manifestar ahora en las Consultas presidenciales y las elecciones al Senado y Cámara del pasado 13 de marzo, el fraude no les cuajó y el Pacto Histórico se convirtió según los resultados en la principal fuerza política del país.
Si bien el conjunto de los Partidos oligárquicos siguen teniendo las mayorías en el Congreso, es de resaltar que las fuerzas agrupadas hoy en el Pacto Histórico y las de la Alianza Verde, incrementaron significativamente sus votaciones.
Contabilizando las fuerzas de manera individual el Pacto Histórico obtuvo la mayor votación lograda por la centro izquierda en toda la historia del país, consiguió el mayor número de votos tanto en las Consultas presidenciales como en las votaciones de Senado y Cámara, quedando por encima del Partido de Uribe, que fue la agrupación más votada hace 4 años, también de la de los Partidos Liberal y Conservador y del resto de las coaliciones y fuerzas de la derecha.
Vienen para fines de mayo los comicios presidenciales, los que se repetirán en junio si hay segunda vuelta, comicios en los que probablemente la contienda ha de estar entre la opción de centro izquierda cuyo epicentro es el Pacto Histórico, con la candidatura de Gustavo Petro, frente a la mayor parte de las fuerzas de la derecha, sustento principal de la dominación oligárquica y de la plena subordinación del país a los Estados Unidos (EEUU).
En esta coyuntura la lucha está por acceder al Gobierno, compitiendo en ello una alternativa progresista favorable a una mejor redistribución del ingreso, un mayor papel del Estado, una mayor independencia frente a Norteamérica y un sentido más latinoamericanista, es claro que en esta ocasión la lucha no está entre el capitalismo y los caminos que transitan hacia el socialismo, ni entre los cambios revolucionarios y el establecimiento.
Tanto las movilizaciones del año pasado en Colombia así como los resultados de estas elecciones, están en sintonía con lo que se presenta actualmente en el continente suramericano, sacudido estos últimos tres años por grandes movilizaciones, especialmente las de Ecuador, Chile, Bolivia, Colombia y Perú, y por los recientes triunfos electorales de diversas fuerzas progresistas en México, Argentina, Bolivia, Perú, Chile y Honduras, estando pendiente las elecciones de octubre de este año en Brasil, donde Lula según las encuestas ganaría nuevamente la Presidencia.
Todo lo anterior no está desligado del debilitamiento de los EEUU como centro imperialista a nivel mundial y como fuerza dominante en el continente latinoamericano.