GUERRILLERAS EN LAS CIUDADES
Colectivo de compañeras del Frente Urbano
“La mujer colombiana tiene la conciencia de ser explotada no solamente por la sociedad, como la mayoría de los colombianos, sino también por el hombre; la mujer colombiana tiene disciplina de lucha y ha mostrado generosidad en su entrega a los demás”, Comandante Camilo Torres.
Las guerrilleras del Ejército de Liberación Nacional (ELN) que nos encontramos en las ciudades, somos producto de varios elementos y en medio de la desigualdad, la exclusión, la marginación, la descomposición social, la violencia, el abuso, entre otros, a través del tiempo hemos ido construyendo cambios radicales desde nuestras realidades.
En nuestro entorno el ser político tiene que ver con nuestro posicionamiento ante esta realidad, ser sujeto político significa asumir un compromiso con el sentir del pueblo y la necesidad de transformar la sociedad, ante esta situación no vemos otro camino que el de la lucha armada en un país donde históricamente la élite ha recurrido a la violencia, muestra de ello es el asesinato sistemático de líderes y lideresas sociales, campesinos, indígenas y pobladores urbanos, que protagonizan la defensa de los derechos del pueblo; en el caso de las mujeres esta violencia ha sido de forma diferenciada y mucho más cruenta.
Vemos en el ELN la oportunidad de desarrollarnos como sujetas políticas integrales por ser este un proyecto que brinda realmente las posibilidades para un cambio estructural de nuestra sociedad; en este contexto el ELN es la propuesta más completa al abarcar todos los flancos de lucha: armada, ambiental, femenina, popular, entre otros.
Nuestro ser guerrillero se expresa dentro del ELN en los distintos roles que asumimos como mujeres combatientes, en la medida que nos disponemos para el campo de combate dentro de la ciudad, y como conductoras para construir y desarrollar planes estratégicos.
Ser mujer dentro del ELN atraviesa diferentes dimensiones del ser: madre, pareja, hija, compañera, lideresa, entre otras, cada una implica y exige una disposición que debemos equilibrar en términos de esfuerzos y compromisos; cuando nos entendemos como mujeres guerrilleras hacemos una resignificación de la autoconcepción de las dimensiones que nos componen, para poder hacer un proceso de transformación donde potenciamos y le damos valor a nuestras ideas, convicciones y capacidades.
La guerrillera como madre quizás es el mayor esfuerzo, ya que en la contundencia de nuestro aporte es muy fuerte en un momento dado desprendernos del lado de nuestros hijos/as; el hecho de dejarlos y aislarnos de ellos por su propia seguridad implica renunciar a verlos crecer; sin embargo, mantenemos la lucha permanente para que nuestros hijos/as conozcan y comprendan el proyecto revolucionario, y en un momento sea su decisión la que marque el rumbo de sus vidas.
Al ser pareja nos corresponde entendernos como complemento del proyecto revolucionario, se crea una necesidad de ser equipo con la pareja, encontrar la estabilidad y armonía de los planes de vida de la pareja con las proyecciones al interior del ELN; se comparte un proyecto de vida común en todas sus dimensiones, desde lo íntimo y afectivo hasta crear familia dentro del proyecto, esto significa ver nuestras relaciones como aportantes al proceso revolucionario.
Cuando hablamos de ser compañeras guerrilleras tenemos una ganancia frente al sistema, pues como insurgentes nos demanda romper con la competencia entre mujeres y nos dispone a colaborarnos, apoyarnos y trasmitirnos saberes; debemos ser conscientes de que cuando hay relaciones fuertes entre compañeras, nuestro trabajo y proceso avanza y crece de mejor manera.
Es importante seguir cualificándonos como compañeras, por ello, vemos la necesidad de promover la construcción de una política de género que en su conjunto apropie, respete e incentive el papel de la mujer dentro de la lucha insurgente, pues la sociedad lo exige y nuestro proyecto está al lado de las luchas del pueblo; por esta razón, mantenemos vivas las memorias y el legado de las Comandantes Paula y Yesenia, las compañeras Omaira Montoya Henao, Claudia Isabel Escobar, Emilse, Gisela, Andrea, Martha, Alejandra, Maricela y muchas más, que en estos 57 años de lucha y resistencia se hicieron referentes en el cumplimiento de la consigna NUPALOM.
En el marco de este mes de marzo como parte de la reivindicación de la lucha de las mujeres obreras, las insurgentes urbanas hacemos un llamado a las colombianas y mujeres del mundo a unirse a la lucha revolucionaria, entre más mujeres guerrilleras hayamos podemos ser más fuertes y cualificadas en nuestra pelea por el derecho a la equidad, en contra de la explotación, el abuso, el acoso, la violencia y la desigualdad de género.