Y EL HAMBRE SE HIZO PAISAJE
Mariela, Jorge Guerrero, Tulio Bayer
La desigualdad social, el hambre y la miseria son inherentes al sistema político y económico imperante, además son el motor que sostiene los privilegios de un grupo minoritario de mega ricos; por ende, erradicar la desigualdad implica transformar el modelo socioeconómico actual.
Se estima que la desigualdad contribuye a nivel mundial a la muerte de cerca de 21,300 personas al día, debido a la falta de acceso a servicios de salud de calidad en países empobrecidos, y por la violencia de género a la que se enfrentan las mujeres [1].
La meta de hambre cero es una falacia
La ONU afirma que “el mundo no está bien encaminado para alcanzar el objetivo de hambre cero para 2030, si continúan las tendencias recientes el número de personas afectadas por el hambre superará los 840 millones de personas para 2030” [2].
Los famosos Objetivos de Desarrollo Sostenible seguirán siendo un fracaso en tanto el modelo acaparador persista, el hambre en América Latina y el Caribe aumentó en 13,5 millones de personas [3]; la situación es dramática cuando menos ilógica si hablamos de territorios ricos en biodiversidad y con gran capacidad para producir alimentos, es la manifestación clara de un modelo económico político y social que debemos transformar, en otras palabras, se requieren medidas de fondo y no una atención basada en una mal entendida “caridad”.
En Colombia la situación es irracional
Un informe de la Asociación de Bancos de Alimentos de Colombia (Abac) afirma que la principal causa del hambre es la pobreza y el desempleo, el 54,2 por ciento de los hogares en Colombia vive en inseguridad alimentaria, más de 560 mil niños y niñas menores de 5 años tienen desnutrición crónica, el 42 por ciento del país no tienen como comprar una canasta básica [3].
El Informe enfatiza en que la inseguridad alimentaria que sufre el país obedece a la imposición del Modelo Neoliberal, los Tratados de Libre Comercio, en otras palabras, que los Gobiernos sucesivamente entregaron la soberanía alimentaria al mejor postor, a la vez destruyeron el aparato productivo nacional para “apostarle” a una economía basada en la actividad extractiva altamente dañina y destructiva del medioambiente.
Además, el sistema legislativo se enfocó en garantizar los grandes negocios y la riqueza de pocos, auparon el avance del paramilitarismo y la doctrina del Enemigo Interno, como mecanismo sistemático que permitía el despojo de las tierras, y el copamiento de los territorios por parte las multinacionales para expoliar los bienes naturales.
Pasamos de ser productores de alimentos básicos para convertirnos en importadores de materia primas y productos alimenticios básicos, en otras palabras, los gobernantes de turno convirtieron la seguridad alimentaria en un gran negocio, donde pocos emporios económicos monopolizaron la producción y distribución de alimentos.
La situación no tiende a mejorar, empeora
El presupuesto radicado para el Agro en la vigencia 2022 es de 2.200 millones de Pesos, lo que es equivalente a una reducción presupuestal de 35,29 por ciento respecto al año anterior, cuando el monto ascendió a los 3.400 millones de Pesos [4]; además, disminuyeron el presupuesto para el ICA, para la Autoridad Nacional de Acuicultura y Pesca (Aunap), para la Unidad de Planificación Rural Agropecuaria (Upra).
Voceros de Dignidad Agropecuaria afirman que, “la disminución en el presupuesto para el agro demuestra que la política del Gobierno no tiene como centro al agro, y lo que hace es debilitar al campo, dándole menos recursos cada año» [5].
El modelo neoliberal y desde luego el Gobierno colombiano no tiene voluntad política ni conciencia social, por tanto, es ilógico esperar cambios en el modelo por parte del régimen, es el pueblo organizado el llamado a dar la lucha en los territorios, presionar a sus gobernantes para fortalecer el campo y tomar las decisiones en pro de la producción, procesamiento y distribución de alimentos, así como la renegociación de los TLC.
Para defender el campo colombiano y la seguridad alimentaria no hay otra salida que la organización social y la lucha popular, de esta forma se avanzará en la implementación del Acuerdo de Paz, y se defenderán los territorios, el agua, la capacidad productiva de los suelos y se garantiza la producción para el autoabastecimiento a través de zonas agroalimentarias en cada región del país.
La lucha continúa y se hace global.
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[1] Informe las desigualdades matan. Oxfam, 17-01-2022.
[2] Hambre cero, poner fin al hambre. Fondo para los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU.
[3] El hambre en América Latina y el Caribe aumentó 13,8 millones de personas en solo un año. OPS, 30-12-2021.
[4] El Agro necesita más recursos para el 2022. La Patria, 5-12-2021.