CUATRO FASES DE PARAMILITARISMO EN CENTRO ORIENTE
Álvaro Solano
Desde que en 1962 el Presidente Kennedy de EEUU ordenó a las Fuerzas Armadas (FFAA) colombianas “ejecutar acciones terroristas contra los comunistas”, han desarrollado diversas modalidades de paramilitarismo, las cuales se examinan para el caso del Centro Oriente colombiano, que son iguales para el resto del país.
Fase 1: la ‘Mano Negra’
La ‘Mano Negra’ llamaron a los grupos de “limpieza social y política” compuestos por agentes de la extinta Agencia estatal de espionaje o Departamento Administrativo de Seguridad (DAS), en alianza con la Policía y el Ejército en las décadas del 60, 70 y 80 del siglo anterior, los que perseguían y eliminaban a líderes sociales, militantes de la izquierda como el Partido Comunista y A Luchar, entre otros, a quienes torturaban y asesinaban, colocándoles un letrero con el símbolo de una ‘Mano Negra’.
En la ciudad capital de Arauca, esta banda se movilizaba en un carro negro que lo llamaban ‘el último paseo’, porque en ese vehículo subían a las personas que iban a eliminar, las torturaban dentro del carro, luego las asesinaban en un sitio llamado Caño Jesús, en la salida de Arauca en la vía hacia el sector de La Antioqueña y Caño Limón; una de sus víctimas en 1983 fue la enfermera Mateus dirigente sindical del sector de la Salud en Saravena.
Fase 2: los ‘Encapuchados’
Este grupo paramilitar urbano apareció entre 1993 y 1995 en Saravena, Arauca, integrado por miembros de la policía, tropas del Batallón Revéis Pizarro del Ejército, además de varios desertores de las guerrillas, su modus operandi consistía en que primero las patrullas de la policía o el ejército entraban a los lugares donde se estuvieran realizando actividades masivas, requisaban las personas, les pedían documentos de identidad, ubicaban los objetivos que debían agredir, luego salían, se cambiaban de ropa y regresaban a los pocos minutos con las caras tapadas con pasamontañas, guantes y otros accesorios para asesinar a los objetivos y a quienes les parecían sospechosos.
Estos paramilitares ubicaban las viviendas de activistas para atacarlas de noche, derribando las puertas, lanzando granadas a su interior, para luego entrar y rematar sobrevivientes, así perpetraron varias masacres y asesinatos de pobladores, incluyendo niños y mujeres.
Fase 3: dan el salto hacia los ejércitos narcoparamilitares
El grupo paramilitar de los ‘Masetos’ operó desde 1984 en Casanare, luego Héctor Buitrago creó las Autodefensas Campesinas del Casanare (Acc), antes apodados ‘Carranceros’ por depender del capo de las esmeraldas Víctor Carranza, quien vendió “servicios de seguridad” a la British Petroleum (BP); iniciando el Gobierno de Uribe (2002-2010) este envió a Casanare al Bloque Centauros de las Autodefensas Unidas de Colombia (BC-Auc), lo que creó una Guerra entre estos dos grupos narcoparamilitares que dejó más de mil muertos [1].
El BC-Auc también fue financiado por trasnacionales petroleras como consta en la Sentencia de Justicia y Paz del 2016, que pide investigar a los financiadores y a quienes entraron en colusión con ellos (Fuerzas Armadas, autoridades locales, ganaderos y narcotraficantes); el narcotraficante Daniel Rendón Herrera, alias ‘Don Mario’, confesó que la petrolera francesa Perenco les pagaba 25 millones de Pesos mensuales al BC-Auc [2].
Las operaciones narcoparamilitares del Plan Colombia en 2001 crearon en Arauca otra rama de las Auc, el denominado Bloque Vencedores de Arauca (Bva), con jefes traídos de las mafias del Caribe, los llamados ‘Mellizos’ (Miguel Ángel y Víctor Manuel Múnera), que operaron en colusión con el Gobernador Julio Enrique Acosta Bernal, el alcalde de Tame Alfredo Guzmán, los Comandantes de las Brigada 16, 18 y la Brigada Móvil 5 (Brim 5) del Ejército; los del Bva unas veces usaban brazalete del Ejército y otras el de narcoparamilitares, los militares les hacían las exploraciones y aseguramiento de terrenos para que luego entraran los del Bva a perpetrar masacres y otros crímenes.
La masacre de 15 campesinos en Flor Amarillo en Tame, la perpetraron conjuntamente tropas de la Brim 5 y los del Bva el 19 y 20 de mayo de 2004, el Coronel William Cruz Perdomo Comandante de la Brim 5 por sus creencias religiosas manifestó su rechazo a este horrendo crimen, por lo que fue asesinado por un comando de inteligencia militar (B2) el 31 de mayo en su residencia ubicada dentro del Batallón Navas Pardo, asesinato que trataron de hacer pasar como un “suicidio”, trama que la Fiscalía General develó y asignó responsabilidad por este crimen al Comandante de la Segunda División del Ejército el General Martín Carreño, quien al verse descubierto amenazó con revelar el plan estatal de colusión con los narcoparamilitares, lo que llevó a que también lo asesinaran e hicieran pasar su ejecución como un “accidente en que su carro perdió los frenos y cayó a un precipicio”.
Por esa misma época un grupo de las otrora Farc, la Columna Alfonso Castellanos actuaba en colusión con los narcoparamilitares, que les encargó perpetrar la masacre de San Salvador a orillas del río Casanare, crimen que fue reivindicado por el Bva, hechos que luego se conocieron por las confesiones de paramilitares desmovilizados conocedores de esta masacre.
Fase 4: grupos de desmovilizados que aparentan ser guerrillas
‘Arturo Paz’ o ‘Jerónimo’ siendo el Primer mando del Frente 56 de las antiguas Farc fue capturado por el Ejército, en la cárcel se convirtió en delator y cooperante de los militares, invitaba a sus compañeros a desmovilizarse y entregarse; gracias a los Acuerdos de Paz de 2016 fue dejado en libertad, con lo que le asignaron el plan de integrar un grupo con desmovilizados y hacerse llamar Frente 10, con el que promueve la resiembra de coca en Arauca, acción que rechaza la totalidad de los pobladores del departamento, porque han decidido nunca más dar cabida al narcotráfico y a las bandas que genera, las que usan para perseguir, eliminar y aterrorizar a las organizaciones sociales y sus líderes, como parte de los planes de la Zona Futuro dirigida por los asesores militares gringos de la Brigada Sfab.
Alias Arturo y los grupos que lo secundan entraron en choque con las Fuerzas Armadas de Venezuela en marzo de 2021 y este año con el Frente de Guerra Oriental (FGO) del ELN, enfrentamientos que los asesores gringos tratan de hacer pasar como una “Guerra entre revolucionarios”, cuando los ataques que han hecho demuestra el plan de terror neofascista que cumplen: el 9 de enero atacaron con explosivos la sede de la Empresa Comunitaria del Acueducto de Saravena, el lunes 17 asesinaron en Arauquita al líder campesino Miguel Carrillo y el miércoles 19 atacaron con carro bomba las sedes de organizaciones sociales de Saravena, casas y oficinas de sindicatos de trabajadores, campesinos, indígenas, comunales, mujeres, Defensores de DDHH, educadores, jóvenes, cooperativas de transporte y medios de comunicación alternativos.
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[1] Convenios de Fuerza y Justicia. Rutas del conflicto, 23-12-2021.
[2] Al banquillo presuntos patrocinadores de ‘paras’ en los Llanos. Verdad Abierta, 10-08-2016.