EN 2021 SE FISURÓ EL STATU QUO
Susana Giraldo
Para ver el mundo en contexto resulta necesario romper el paradigma del statu quo, y observar cómo la desigualdad originada por el sistema y exacerbada por el Covid-19 llevó a miles a las calles a exigir soluciones sociales de fondo.
El régimen y las empresas de comunicación denominan como Orden Público al conjunto de leyes y medidas para la convivencia y la seguridad enmarcadas dentro del statu quo, en otras palabras, para el régimen el orden público busca asegurar el mayor expolio posible y mantener la sumisión de la población; que en ultimas es lo que ha hecho Duque durante su mandato.
Para el Gobierno son vándalos, en la realidad son manifestantes
Entre abril y junio de este año las malas políticas públicas y la inequidad en los impuestos dieron origen a una sublevación popular sin precedentes, dada la masificación de las manifestaciones, la predominancia del factor urbano y la juventud, la existencia de puntos de resistencia urbanos y la duración prolongada de las manifestaciones; sin embargo, el régimen y las empresas de comunicación hegemónicas trataron de tildar este estallido social como “hechos de vándalos”.
Contada la historia desde los micrófonos del régimen en Colombia durante 2021 se evidenció la ejemplar y necesaria defensa de un orden constitucional y legal democrático, este chiste de mal gusto, que no es otra cosa que un eufemismo para sumir en la impunidad el terrorismo de Estado y las flagrantes violaciones a los Derechos Humanos (DDHH), dio lugar a que cínicamente en la primera semana de diciembre le otorgaran a Duque el “Premio Mundial de la Paz y la Libertad”, por su loable amparo del “Estado de Derecho” [1].
No puede esperarse más de quienes representan justo lo contrario de cualquier poder democrático: alabarse y seducirse entre ellos mismos para jugosos negocios, mientras los masacrados, los desaparecidos, los mutilados, las mujeres violadas por la Policía, los perseguidos, los judicializados, los torturados, no existen en sus cifras, o solamente son “incidentes aislados” que luego son sumidos en la impunidad.
No cesa el terrorismo de Estado
Continua el ascenso de la violencia de Estado a través de las políticas y declaraciones impartidas por Duque y su Gabinete, que no sólo distorsionan las estadísticas, sino que estigmatizan a quien se les opone; lo que contrasta con la movilización popular que busca soluciones y transformaciones de fondo pero solo recibe represión brutal del Estado, además, las bandas mafiosas –urbanas y rurales– operan como brazo sicarial al servicio del terror de Estado, mientras su brazo legal a través de la Policía y el Legislativo les otorga licencia para seguir dando trato de Guerra a la protesta social.
El paramilitarismo es una política de Estado
El paramilitarismo es una política de Estado que en colusión con los terratenientes, empresarios, narcotraficantes y las Fuerzas Armadas (FFAA), le permite a la élite gobernante incrementar sus privilegios y propiedades.
Para el régimen la violencia de Estado no existe, sin embargo, para las mayorías nacionales que constataron la colusión de las FFAA y el paramilitarismo para reprimir violentamente el Paro Nacional, el terrorismo de Estado no solo existe sino que es una constante, además, se sumaron las operaciones de las Fuerzas Militares (FFMM) en connivencia con los paramilitares, que continuaron y acrecentaron las violaciones a los DDHH a través de sucesivas campañas de copamiento de los territorios, para favorecer las multinacionales y los oligopolios.
Aniquilar a la oposición de izquierda, una política de Estado
Contrariamente a lo que pregona la ideología dominante, los grandes medios de comunicación, las instituciones y la historia oficial, la violencia política que ha caracterizado a Colombia no tiene sus orígenes ni su causa principal en los de abajo, en las explosiones de la lucha popular, ni en la insurgencia guerrillera, sino en las élites que siempre han estado en el poder y que se enriquecen mediante la explotación y la pobreza de las mayorías.
Los medios se alinearon al servicio del régimen para estigmatizar y señalar a la Primera Línea como grupos de guerrilla urbana, de esta manera buscan activar el miedo y el rechazo social para neutralizar las luchas y exigencias legítimas del pueblo movilizado; esta treta del régimen fue contrarrestada por las redes sociales y los medios independientes que difunden los hechos en tiempo real y sin sesgos.
Este modelo de pacificación oligárquico que solo sirve a una minoría es una catástrofe y a la vez un desafío para la gran mayoría que hoy exige Paz con justicia social y cambios, en una ruta de Solución Política del Conflicto que garantice acabar con la corrupción, el empobrecimiento, la depredación ambiental, el sometimiento a intereses foráneos y sacar la violencia de la política.
La gente en la calle exige otro modelo de desarrollo, cambiar la Doctrina de Seguridad, quitar la fracasada Guerra contra las drogas, erradicar la corrupción, que Estados Unidos respete el Proceso de Paz y nuestra autodeterminación nacional, que el Gobierno cumpla con la Constitución y desarrolle un verdadero Estado Social de Derecho.
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[1] Duque recibió por Colombia el Premio Mundial de la Paz y la Libertad. El Colombiano, 03-12-2021.