EJERCER EL DERECHO DE LA REBELIÓN

Comandante Nicolás Rodríguez Bautista (Gabino)

El pasado 11 de septiembre se cumplió el 48 aniversario del vil asesinato del Presidente chileno Salvador Allende, precursor de los procesos antiimperialistas que se han dado en el continente, luego del triunfo revolucionario de Cuba y que Allende rubricó con su sangre socialista.

No es una excepción que los auténticos dirigentes populares paguen con su vida el precio de sus convicciones, propósitos y utopías, al contrario son realidades que se repiten porque la lucha es contra los enemigos de la justicia, la libertad y la autodeterminación de los pueblos en un contexto de lucha por la segunda y definitiva independencia, necesidad histórica que cada vez cobra más vigencia.

Fue desde el poder imperialista de los Estados Unidos (EEUU) donde determinaron que la causa socialista del pueblo chileno encarnada en Salvador Allende, tenía que ser truncada ‘a sangre y fuego’, para que su ejemplo no se extendiera por el mundo ni diera continuidad en el continente a procesos socialistas similares al de Cuba.

Por esa determinación criminal fueron asesinados el Presidente Allende y un alto número de chilenas y chilenos, gesta de resistencia que hoy hace parte del acumulado histórico que ha iluminado el avance popular de Chile y otros procesos antiimperialistas en Nuestra América.

Esta continuidad del proceso de acumulación revolucionaria desmiente a quienes mirando los esfuerzos y sacrificios de un momento de lucha que no triunfa absolutamente, consideran que dichos sacrificio son en vano y que no vale la pena hacerlos; la historia de la lucha de los pueblos cada vez más nos da lecciones en cuanto que cada esfuerzo, cada batalla y cada sacrificio acumula, es válido y hace parte indisoluble de los logros revolucionarios venideros y por tanto son parte integrante de las victorias sociales y políticas de la humanidad.

Aquellos que prefieren esperar que todas las condiciones objetivas y subjetivas estén dadas para adelantar una lucha, jamás darán un paso al frente porque esas condiciones se crean en las mismas jornadas de lucha y sacrificio de los pueblos y sus líderes; por esto cuando decimos que los revolucionarios de hoy somos continuadores de Bolívar, Martí y tantos otros héroes de la historia en el continente, no lo decimos por emotividad ni por mero entusiasmo, sino porque entendemos que las revoluciones son complejos procesos, en que cada generación está obligada  a entregar su cuota de esfuerzo bajo el contexto de lucha en que debió vivir.

Los actuales avances del pueblo chileno son producto del acumulado histórico que sembró el Presidente Allende y los que cayeron con él, de los encarcelados, desterrados y perseguidos por luchar por el sagrado derecho a ser libres; igual ocurre con los demás procesos populares, democráticos y revolucionarios que adelantan los pueblos del continente.

El alto precio que ha pagado el pueblo de Colombia por alcanzar la justicia social después de Bolívar es admirable, forjado en hitos históricos por la lucha del General Uribe Uribe, la de los trabajadores bananeros en huelga, los insurgentes Bolcheviques del Líbano, el movimiento Gaitanista, las innumerables luchas obreras, campesinas y estudiantiles, al igual que las batallas del movimiento guerrillero revolucionario surgido en la década de los 60 y 70, por mencionar solo unos ejemplos; es este pasado de luchas el acumulado indispensable de nuestra historia que nos ha permitido llegar a la acción popular y revolucionaria en desarrollo.

Compañeras y compañeros nosotros no escogimos nuestros puestos de combate ni nuestro camino revolucionario, sencillamente aceptamos el reto de luchar por la justicia y la libertad, entendiendo que somos esencia popular, una parte de su historia y aquí vamos hoy en el camino de la rebeldía ejerciendo este derecho auténtico que tienen los pueblos.

Esta lectura integradora de la gesta popular como un proceso no niega la necesidad de evaluar cada lucha, para sintetizar sus logros, reconocer y corregir errores, aprender de las experiencias propias y de las de otros pueblos y revolucionarios del mundo, para hacer cada vez más efectiva nuestra acción revolucionaria.

Los elenos somos parte del torrente insurgente y revolucionario del mundo y en particular del continente, nuestro aporte y experiencia está a disposición no solo de nuestro pueblo sino de los pueblos del mundo, esta manera de pensar y actuar corresponde a los lineamientos políticos definidos por nuestros Congresos Nacionales y cada militante está en la disposición de cumplirlo.

Me despido con un revolucionario abrazo,

Nicolás Rodríguez (Gabino)

Septiembre 20 de 2021.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *