EL VIEJO SABVA
Comandante Nicolás Rodríguez Bautista
Las vegas del río Magdalena reverdecen cubiertas de plataneras frondosas en plena producción, cada dos o tres kilómetros por resbalosos senderos por entre la selva, aparece una vivienda de palma y troncos que muestran la humildad y pobreza de sus habitantes, una de ellas es la del viejo Sabva.
Oriundo de un caserío de pescadores de este gran río ahora devenga su sustento de media tonelada de plátano que cada 15 días vende a Rodolfo, el dueño de una de las dos lanchas que comercian con Barrancabermeja. Llama la atención su estatura de un metro con ochenta, cara alargada, ojos oscuros, 46 años, y piel mulata curtida por el sol y el sopor del medio día con tardes refrescadas por la brisa del río Opón, donde Sabva es uno más de la comunidad.
Miraba a los ojos y como hablaba poco uno tiene que percibir en sus expresiones el lenguaje de su silencio, su pipa era del duro corozo de la palma Tagüa hecha con machete y clavo caliente, la que casi siempre mantiene entre sus dientes, su pitillo era de hueso de perezoso cubierto por una lata inoxidable, y el tabaco que fuma lo cultiva en los alrededores de su casa donde además tiene plantas medicinales.
La tarde de 1966 en que lo conocí le dije que éramos guerrilleros, su respuesta fue escrutarme con una mirada inquisidora y preguntarme si de los mismos del padre Camilo Torres, lo que me permitió explayarme sobre quién era y por qué luchaba el Ejército de Liberación Nacional (ELN).
– Soy amigo, me dijo, de toda la gente de este río y ya los esperaba.
Nos brindó café y colocó a disposición los plátanos que quisiéramos llevar, al despedirnos dos horas después nos dijo me llamo Salvador pero la gente me dice el Viejo Sabva, luego sacó de una olla dos kilos de pescado bagre seco y nos dijo, vuelvan por acá para que conversemos, estoy a la orden y si necesitan la canoa me dicen, es pequeña, solo para 5 personas.
Las solicitudes de los pobladores para conversar superaron nuestra capacidad de atenderlos, casi todos ellos nacidos en las riberas del río Magdalena y sus afluentes como el Opón donde nos encontramos.
Cuando volvimos a vernos él había pescado un bagre de más de 15 kilos que con buenas raciones nos preparamos un suculento almuerzo, mientras el pescado con plátano se cocinaba nos contó que su familia era de Magangué, Bolívar, que era el menor de cuatro hermanos criados al lado de su padre, porque a la madre no la conocieron.
– Hace 15 años mi padre se ahogó junto a mi hermano mayor en una faena de pesca, desde entonces fui subiendo por el río trabajando como pescador y aquí estoy.
El café caliente interrumpió su historia, que concluyó solicitando incorporarse a la guerrilla, tres meses después el Viejo Sabva se incorporó al ELN y con otros 30 jóvenes cumplieron con éxito el primer cursillo que los hizo combatientes guerrilleros.
La atarraya, la canoa, los anzuelos y los implementos de pesca, los cambió por un morral y una escopeta calibre 16; cuando el Comandante Fabio Vásquez pidió los datos de su hoja de vida como a todos de los recién incorporados, constató que Salvador no era su nombre verdadero.
– Me lo puse, dijo, por la admiración hacia un curtido pescador de Barrancabermeja que me acogió como si fuera mi padre estando enfermo de paludismo y me curó con cáscaras de quina, a él le debo la vida, por esto tomé su nombre.
Después de 5 meses volví a ver al Viejo Sabva, me contó con mucha satisfacción el día que el Comandante Fabio le dotó la escopeta 12 de repetición de 5 tiros, con la que fue al combate contra el tren pagador en Las Montoyas en 1967, donde el fotógrafo Armando Salgado y el periodista mexicano Renato Menéndes filmaron el combate, orgulloso me mostró la escopeta impecablemente limpia.
– La cuido porque es mi vida y la de mis compañeros.
El operativo antisubversivo dirigido por el General Álvaro Valencia Tobar nos hizo salir del río Opón, donde el viejo Sabva pescaba bocachico, arenca, saltador, bagre y doradas, antes de cambiar su arte de pescador por la de guerrillero; una mañana durante el repliegue, en un combate de un certero disparo el Viejo Sabva a 20 metros derribó un soldado.
Días después debimos hacer 5 combates con la contraguerrilla del Ejército porque nuestra retirada era más lenta que el avance enemigo, entonces el Viejo Sabva solicitó estar en el comando encargado de contener a la tropa enemiga para permitirnos avanzar a los demás, así, los disparos de su escopeta fueron clavando balines de plomo en el cuerpo de los soldados contraguerrilleros que se nos acercaban.
Cuando el Comandante Fabio le fue a dotar un fusil le dijo que se sentía mucho mejor con su escopeta y solo le pidió que procurara cartuchos doble cero, de plomos gruesos para el combate; su talante guerrillero se puso a prueba con éxito en la Operación Anorí de 1973, donde al agotarse las municiones de su escopeta se lanzó al río Nechí, cuyas aguas lo acogieron como experto pescador y aguerrido combatiente revolucionario.
De hombres y mujeres humildes, valientes y dignos como el Viejo Sabva está compuesto el ELN, esta es una de las razones por la que somos invencibles; honor y gloria a su figura de pueblo, porque son los dignos quienes dan seguridad a la victoria.