EL FUTURO NO ES VENDER EL ALMA AL IMPERIO
[Mensaje #33]
Comandante Nicolás Rodríguez Bautista
El sistema de Guerra sin fin del que se nutre Estados Unidos (EEUU) usa al régimen colombiano como su peón en la región, de donde extrae mercenarios con los que perpetra agresiones en Asia, África y en América como el reciente magnicidio ejecutado en Haití.
Señoras y señores de las Fuerzas Armadas (FFAA) cualquier persona con sensibilidad humana se estremece ante los actos cometidos en Haití, la tierra de Petión el patriota, que terminaron con el asesinato de su Presidente el pasado 7 de julio.
Tales prácticas atroces perpetradas frecuentemente por potencias imperialistas a través de siniestras empresas alquiladas a su servicio, hacen parte de las vergüenzas que causa el sistema capitalista contra las mayorías empobrecidas del mundo, de donde los potentados extraen a los mercenarios.
Reflexionar sobre tan escalofriante realidad hace parte de las obligaciones morales y de dignidad de toda la humanidad, porque son los pueblos oprimidos los llamados a terminar con tan abominables prácticas genocidas, realizadas para acrecentar los capitales y el poder de los imperialistas y colonialistas.
El imperio que engendró la máquina de Guerra de la OTAN -a la que vergonzosamente fue integrada Colombia-, creó a los mercenarios como el arma más rentable para someter y saquear a los pueblos, para ello generalizaron las llamadas Empresas Privadas de Seguridad encargadas de reclutar mercenarios a quienes camuflaron bajo el sugestivo nombre de contratistas.
Es un negocio rentable por la miserable paga que reciben los mercenarios, también conocidos como ‘perros de la Guerra’, que es apenas una parte insignificante de las riquezas que las potencias despojan por medio de ellos; la parte más sombría de este negocio reside en que no los cubren los derechos estatuidos en las Leyes internacionales, que sí tienen los combatientes en las Guerras.
Por el bajo costo económico y político que pagan las potencias agresoras EEUU y sus socios de la OTAN, desde inicios de este siglo dan prioridad al uso de contingentes de mercenarios para incursionar en África, Asia, Europa y América.
La dolorosa historia de Guerra que impusieron los EEUU a Colombia con el concurso de la élite sumisa, antipatriótica e indigna, es utilizada ahora de manera perversa para colocar al servicio del mejor postor a colombianos empobrecidos fogueados en la Guerra, quienes convertidos en ‘carne de cañón’ perecen en apartados confines del mundo, en Guerras extrañas que los mercenarios nunca saben cuáles son sus fines, cuánto daño hacen a otros pueblos ni cuánta injusticia hay en toda esta maquinaria de agresión.
Esa cruel ignominia e infamia queda develada ante el mundo en el letal ataque perpetrado el 7 de julio contra el hermano pueblo de Haití, al que tanto le debemos los latinoamericanos liberados por Simón Bolívar.
El mercenarismo como arma de Guerra imperialista pese a su esencia perversa, antihumana y criminal, está legalizado por el sistema capitalista para reproducir su poder, pasando por encima de todos los parámetros de respeto y reconocimiento del Derecho Internacional Humanitario y las Convenciones mundiales sobre Derechos Humanos.
Esta lacra del sistema no debe analizarse solo en la embrutecida y triste acción de los mercenarios que van a la Guerra por una miserable paga, sino fundamentalmente como un maléfico invento de sus autores intelectuales las grandes potencias imperialistas y colonialistas.
En la orilla contraria nos encontramos los luchadores y revolucionarios que en cualquier espacio físico de este planeta tenemos sueños y esperanzas, sentimos el amor y nos consideramos parte de la humanidad, y por estos valores estamos dispuestos a dar la vida consagrados a servirle a esa humanidad, para ver un día la luz de la justicia, la soberanía y la vida en equidad entre los humanos y en armonía con el planeta que habitamos, hoy tan depredado como tienen a la humanidad por parte de quienes se lucran de estas miserias.
Por todo esto la unión, la hermandad y el respeto se hacen urgentes para quienes la sensibilidad humana es lo esencial, por encima de que tengamos diferencias sobre cómo avanzar hacia este ideal que queremos las inmensas mayorías.
Señoras y señores activos o retirados de las FFAA de Colombia aún es tiempo de recapacitar y cambiar, todos los hombres y mujeres del mundo merecemos respeto, ser libres y soberanos, los convocamos a que no cambien su dignidad por un miserable sueldo, ustedes como los que les hablamos desde la orilla opuesta, somos hijos de este pueblo designado por el Libertador Bolívar para luchar y alcanzar la paz, la dignidad y la justicia.