TRIUNFAN LAS LUCHAS QUE NO SE ABANDONAN

TRIUNFAN LAS LUCHAS QUE NO SE ABANDONAN

Comandante Nicolás Rodríguez Bautista

De los 17 guerrilleros fundadores del ELN el único que sigue vivo y en la lucha es el Comandante Nicolás Rodríguez Bautista, quien en este relato cuenta sus vivencias en los primeros días del surgimiento del ELN.

Comenzaba la década de los sesenta del siglo pasado, la tranquilidad en las zonas de San Vicente de Chucurí en Santander se alteraba con las luchas de los trabajadores petroleros conducidas por la Unión Sindical Obrera (USO) en Barrancabermeja y la movilización estudiantil de la Universidad Industrial de Santander (UIS) en Bucaramanga.

Mi padre explicaba que esas luchas no eran nuevas que habían comenzado cuando se rebelaron indígenas y negros en los tiempos de la colonia, que luego habían estallado en 1781 con la insurrección de Los Comuneros en El Socorro, cuando Manuela Beltrán arrancó los carteles donde el imperio español fijaba despiadados impuestos, ¿el parecido con la actualidad será pura coincidencia?

Bolívar retomó esa lucha hasta expulsar al imperio español del suelo americano, miren ustedes -agregaba- a Gaitán lo asesinaron porque lideraba esa misma lucha, y a sus continuadores ahora los persiguen y matan porque no se resignan a agachar la cabeza ante la oligarquía y el imperio gringo, historias que nosotros escuchábamos con atención sentados en el patio empedrado de la casa mientras el sol se escondía detrás de los cerros occidentales.

En 1963 cuando comenzaron a llegar a la vereda los fundadores del Ejército de Liberación Nacional (ELN), las historias que narraba mi padre tomaron un mayor significado para nosotros, en esos años a los manifestantes no los llamaban vándalos sino agitadores comunistas, las noticias de radio decían que estos venían de Cuba, Rusia y China, y acusaban a Fidel Castro de ser el culpable de la muerte de Gaitán, ¿otra vez asoman los parecidos con los manejos que hacen hoy?

Mi padre pese a los embaucamientos que publicitan los noticieros nos animaba a escucharlos, pero la mayoría de mis hermanas preferían las radionovelas, solo Rosa, mi hermano Álvaro y yo escuchábamos las noticias junto a mi papá quien nos explicaba lo que no entendíamos, que en verdad era bastante lo que tenía que explicarnos.

Todavía me acuerdo del muchacho alto, flaco, pálido y de mentón pronunciado que nos dijo en una reunión a la que asistimos más de 40 campesinos, que el cura Camilo Torres estaba llamando a la unidad de todos los pobres de Colombia del campo y la ciudad, que lo seguían los estudiantes que protestaban porque en 1954 el Ejército había asesinado a tiros de fusil a varios estudiantes que protestaban por el asesinato del estudiante Uriel Gutiérrez, que además los estudiantes estaban en contra de la educación imperante porque querían una educación distinta a la confesional y conservadora, ¿siempre presente la chispa juvenil?

No solo la lucha es de los estudiantes -agregó otro joven de baja estatura, barba cerrada y expresión alegre-, el campesinado colombiano también está adelantando luchas importantes por la tierra, y busca la unión con los obreros y estudiantes; cuñado -me dijo Pedro Gordillo-, nosotros que somos pobres también debemos unirnos a estas luchas.

Tres años después cuando ya llevaba dos años de ser guerrillero reconocí al joven, alto, flaco y de mentón pronunciado, era ‘nada más y nada menos’ que el jurista vallenato José Manuel Martínez Quiroz, que recién había llegado de hacer una especialización en Derecho Laboral en Francia, quien se convirtió en fundador del Frente Urbano, reconocido como Comandante del ELN luego de ser vilmente asesinato tras ser capturado en septiembre de 1978 por la Inteligencia Militar en Bogotá, cuyo cadáver desmembrado botaron en un basurero dentro de una bolsa plástica, ¿siguen los parecidos con las prácticas de terror de Estado de hoy?

Al compañero de baja estatura, barba cerrada y aspecto jovial lo volví a ver un año después de hacerme guerrillero, lo llamábamos Alejandro, comenzando 1966 me enteré que también era oriundo de Valledupar y que su verdadero nombre era Miguel Pimienta Cotes, quien murió en combate en las estribaciones de la Serranía de Los Yariguíes.

La lucha de masas de ese momento tuvo su apogeo en 1965 pero comenzó a declinar luego de la caída en combate el 15 de febrero de 1966 de su principal líder el sacerdote guerrillero Camilo Torres Restrepo, también la debilitaron los agudos sectarismos entre las fuerzas de izquierda que lideraban el movimiento, ¿observan nuevas similitudes con el momento actual?

En medio de este auge revolucionario surgió una nueva generación de guerrillas, entre ellas el ELN fundado con la Primera Marcha realizada a partir del 4 de julio de 1964, desde entonces han pasado 57 años, por este cumpleaños hago mis remembranzas, impactado por el actual levantamiento popular muy semejante al de hace 6 décadas por su masividad y radicalidad de propósitos.

La gran diferencia que encuentro entre estos dos auges de lucha es que hoy el mundo conoce en tiempo real las características de las protestas y la forma bestial como las reprimen, se parecen en que cuestionan a fondo al sistema capitalista y reclaman cambios estructurales.

Hoy la mayor urgencia es lograr aquel nivel de unión que hace 57 años planteó Camilo Torres basado en la unidad de acción por la base, cohesionados alrededor de las identidades, sin permitir que las diferencias fracturen el movimiento, este legado de Camilo debe ser guía de todos quienes luchamos por una Colombia mejor, sobretodo por quienes tienen funciones de liderazgo en los movimientos populares, aquí radica lo más importante de su responsabilidad con las mayorías y con la lucha popular, es una maravillosa oportunidad para no ser inferiores a las expectativas creadas.

Si los de abajo se rebelan a seguir siendo esclavizados los de arriba atraviesan una crisis en su forma de gobernar, desprestigiados por incapaces y arrodillados a las recetas imperiales, cuyo único recurso de autoridad es la cruel represión que viola de la manera más flagrante sus elementales Derechos Humanos, estas prácticas genocidas de la oligarquía siguen validando hoy la resistencia popular y el alzamiento en armas hasta conseguir un Gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo.

Por el Comandante Nicolás Rodríguez Bautista.

Comenzaba la década de los sesenta del siglo pasado, la tranquilidad en las zonas de San Vicente de Chucurí en Santander se alteraba con las luchas de los trabajadores petroleros conducidas por la Unión Sindical Obrera (USO) en Barrancabermeja y la movilización estudiantil de la Universidad Industrial de Santander (UIS) en Bucaramanga.

Mi padre explicaba que esas luchas no eran nuevas que habían comenzado cuando se rebelaron indígenas y negros en los tiempos de la colonia, que luego habían estallado en 1781 con la insurrección de Los Comuneros en El Socorro, cuando Manuela Beltrán arrancó los carteles donde el imperio español fijaba despiadados impuestos, ¿el parecido con la actualidad será pura coincidencia?

Bolívar retomó esa lucha hasta expulsar al imperio español del suelo americano, miren ustedes -agregaba- a Gaitán lo asesinaron porque lideraba esa misma lucha, y a sus continuadores ahora los persiguen y matan porque no se resignan a agachar la cabeza ante la oligarquía y el imperio gringo, historias que nosotros escuchábamos con atención sentados en el patio empedrado de la casa mientras el sol se escondía detrás de los cerros occidentales.

En 1963 cuando comenzaron a llegar a la vereda los fundadores del Ejército de Liberación Nacional (ELN), las historias que narraba mi padre tomaron un mayor significado para nosotros, en esos años a los manifestantes no los llamaban vándalos sino agitadores comunistas, las noticias de radio decían que estos venían de Cuba, Rusia y China, y acusaban a Fidel Castro de ser el culpable de la muerte de Gaitán, ¿otra vez asoman los parecidos con los manejos que hacen hoy?

Mi padre pese a los embaucamientos que publicitan los noticieros nos animaba a escucharlos, pero la mayoría de mis hermanas preferían las radionovelas, solo Rosa, mi hermano Álvaro y yo escuchábamos las noticias junto a mi papá quien nos explicaba lo que no entendíamos, que en verdad era bastante lo que tenía que explicarnos.

Todavía me acuerdo del muchacho alto, flaco, pálido y de mentón pronunciado que nos dijo en una reunión a la que asistimos más de 40 campesinos, que el cura Camilo Torres estaba llamando a la unidad de todos los pobres de Colombia del campo y la ciudad, que lo seguían los estudiantes que protestaban porque en 1954 el Ejército había asesinado a tiros de fusil a varios estudiantes que protestaban por el asesinato del estudiante Uriel Gutiérrez, que además los estudiantes estaban en contra de la educación imperante porque querían una educación distinta a la confesional y conservadora, ¿siempre presente la chispa juvenil?

No solo la lucha es de los estudiantes -agregó otro joven de baja estatura, barba cerrada y expresión alegre-, el campesinado colombiano también está adelantando luchas importantes por la tierra, y busca la unión con los obreros y estudiantes; cuñado -me dijo Pedro Gordillo-, nosotros que somos pobres también debemos unirnos a estas luchas.

Tres años después cuando ya llevaba dos años de ser guerrillero reconocí al joven, alto, flaco y de mentón pronunciado, era ‘nada más y nada menos’ que el jurista vallenato José Manuel Martínez Quiroz, que recién había llegado de hacer una especialización en Derecho Laboral en Francia, quien se convirtió en fundador del Frente Urbano, reconocido como Comandante del ELN luego de ser vilmente asesinato tras ser capturado en septiembre de 1978 por la Inteligencia Militar en Bogotá, cuyo cadáver desmembrado botaron en un basurero dentro de una bolsa plástica, ¿siguen los parecidos con las prácticas de terror de Estado de hoy?

Al compañero de baja estatura, barba cerrada y aspecto jovial lo volví a ver un año después de hacerme guerrillero, lo llamábamos Alejandro, comenzando 1966 me enteré que también era oriundo de Valledupar y que su verdadero nombre era Miguel Pimienta Cotes, quien murió en combate en las estribaciones de la Serranía de Los Yariguíes.

La lucha de masas de ese momento tuvo su apogeo en 1965 pero comenzó a declinar luego de la caída en combate el 15 de febrero de 1966 de su principal líder el sacerdote guerrillero Camilo Torres Restrepo, también la debilitaron los agudos sectarismos entre las fuerzas de izquierda que lideraban el movimiento, ¿observan nuevas similitudes con el momento actual?

En medio de este auge revolucionario surgió una nueva generación de guerrillas, entre ellas el ELN fundado con la Primera Marcha realizada a partir del 4 de julio de 1964, desde entonces han pasado 57 años, por este cumpleaños hago mis remembranzas, impactado por el actual levantamiento popular muy semejante al de hace 6 décadas por su masividad y radicalidad de propósitos.

La gran diferencia que encuentro entre estos dos auges de lucha es que hoy el mundo conoce en tiempo real las características de las protestas y la forma bestial como las reprimen, se parecen en que cuestionan a fondo al sistema capitalista y reclaman cambios estructurales.

Hoy la mayor urgencia es lograr aquel nivel de unión que hace 57 años planteó Camilo Torres basado en la unidad de acción por la base, cohesionados alrededor de las identidades, sin permitir que las diferencias fracturen el movimiento, este legado de Camilo debe ser guía de todos quienes luchamos por una Colombia mejor, sobretodo por quienes tienen funciones de liderazgo en los movimientos populares, aquí radica lo más importante de su responsabilidad con las mayorías y con la lucha popular, es una maravillosa oportunidad para no ser inferiores a las expectativas creadas.

Si los de abajo se rebelan a seguir siendo esclavizados los de arriba atraviesan una crisis en su forma de gobernar, desprestigiados por incapaces y arrodillados a las recetas imperiales, cuyo único recurso de autoridad es la cruel represión que viola de la manera más flagrante sus elementales Derechos Humanos, estas prácticas genocidas de la oligarquía siguen validando hoy la resistencia popular y el alzamiento en armas hasta conseguir un Gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo.

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