¿SE PUEDE MEJORAR LA PRODUCTIVIDAD SIN CAMBIAR EL MODELO?
Chavela Villamil
Durante el 2023 nuestra economía creció solo 0,6 por ciento, durante el año anterior creció 1,7 por ciento y este año las expectativas de crecimiento no superan el 2,5 por ciento. Reciente la Organización de Cooperación para el Desarrollo Económico (OCDE), redujo las expectativas de crecimiento de nuestra economía, según esta, crecerá 2,5 por ciento en 2025 y un 2,6 por ciento en 2026, cifras que marcan una disminución respecto a pronósticos anteriores.
El déficit fiscal, que alcanzó el 6,8 por ciento en relación al PIB en 2024, se mantendrá elevado en los próximos años, con el 6 por ciento proyectado para 2025 y un 5,6 por ciento en 2026. Según la OCDE, “a menos que haya evidencia de que la recaudación tributaria supere significativamente su nivel actual, serán necesarios recortes de gasto de al menos el 0,9 por ciento del PIB para cumplir con la regla fiscal” [*]; esto obliga a establecer una reforma tributaria integral, que respalde el orden fiscal y que su recaudo no se destine exclusivamente al Gasto Corriente (burocracia, guerra, pago de Deuda Externa), sino que se destine a inversión estatal integral y reinversión en la producción nacional.
La baja productividad y la baja capacidad de compra de los sectores socioeconómicos medios, medio-bajos y bajos, incrementan la deceleración económica existente y hace más difícil la posibilidad de una recuperación económica, por lo tanto, el país está lejos de alcanzar un punto de equilibrio a largo plazo.
El incremento en las ventas que reflejan algunos sectores de la economía, se percibe en los datos, como un leve aumento de la parte comercial y de las utilidades, pero esto, no se refleja en aspectos como la recuperación del empleo ni en la formalización del trabajo informal, solo repercute en el repunte de las utilidades de las grandes empresas y las corporaciones.
Nuestras políticas económicas continúan y perpetúan la fracasada teoría neoliberal del Trickle Down Effect (TDE, por sus siglas en inglés), ligando la productividad, el desarrollo y el empleo al favorecimiento fiscal y tributario de las grandes empresas, bajo el supuesto de que estas luego gotearan la riqueza acumulada hacia las capas bajas de la sociedad; sin embargo, han pasado tres décadas continuas de su aplicación, y el resultado es el empeoramiento de la desigualdad y la pobreza monetaria y multidimensional, mientras crecen desmesuradamente las utilidades del sector plutocrático minoritario, de los grandes monopolios y capitales.
Debemos transformar el paradigma económico
La desaceleración económica, la Recesión Técnica declarada por el Banco de la República, la inflación, el incremento constante de la Deuda Externa (DE), entre otros, exige una política de austeridad que permita mitigar estos fenómenos; es inaplazable un cambio de fondo en el modelo económico, que disminuya los pasivos estatales, fortalezca y desarrolle integralmente la producción nacional y equilibre la balanza comercial, disminuyendo la importación de materias primas y productos con valor agregado.
Uno de los principales problemas de nuestro país es que tenemos una política económica, que centra sus esfuerzos en sostener el pago continuado de la DE, que además de ser onerosa es constantemente sobregirada, convirtiéndola en un pasivo incremental, donde los pagos solo amortizan los intereses, pero la deuda de capital continúa intacta.
El Gobierno tiene el deber y el reto de dinamizar la economía, lo que tiene implícito la disminución del Gasto Corriente y en sí misma un cambio de política económica y la construcción de un nuevo paradigma económico, que se centren en medidas que incrementen el poder adquisitivo per cápita, que solo es posible en la medida en que opere una política de formalización y estabilidad laboral, que permita a las capas sociales medias y bajas sufragar sus gastos básicos.
Superar la actual crisis económica y el déficit de poder adquisitivo, implica instaurar una política económica fundada en la formalización del empleo y la mejoría de las condiciones salariales, además debe generar una tributación redistributiva que permita subsidiar capas bajas de la sociedad, el sistema actual no genera ni inclusión social ni sostenibilidad ni mucho menos crecimiento y productividad, por tanto, se requiere un modelo que fomente el desarrollo integral de la producción nacional, y que a su vez disminuya el Gasto Corriente e incremente de manera integral el Gasto Social.
___
[*] La Ocde recortó la expectativa de crecimiento para Colombia en 2025 y advirtió sobre persistente déficit fiscal. Forbes, 03-11-2025.