LOS ACTIVOS AMBIENTALES SON UN OBJETIVO ESTRATÉGICO
Chavela Villamil
El sistema centra su acumulación plutocrática de los activos, en la acumulación y aprovechamientos plusválico de bienes estratégicos; en el actual contexto de crisis medioambiental y de humanidad, los bienes naturales se convierten en el objetivo estratégico más preciado del capitalismo.
Ann Pettifor economista política y directora de Prime Economic, plantea que, “la valoración continua y precisa de los activos es el núcleo neurálgico del capitalismo financiero actual. El grado en que una institución prestataria/inversora puede obtener financiación adicional (deuda) depende casi por completo del valor del activo o garantía que respalda el préstamo. (Del mismo modo que la capacidad de un propietario de una vivienda para conseguir una hipoteca mayor depende de la valoración que el prestamista haga de su vivienda actual, o garantía)” [1]. Activos de combustibles fósiles, hoy muy valorados, pueden llegar a perder tal valor, a causa de la presión social que busca frenar su uso, convirtiéndose en ‘activos varados’ o bloqueados.
Por los estragos del capitalismo han diezmado los denominados activos no renovables, y a su vez por la sobreindustrialización han incrementado el consumo y aumentado la Huella de Carbono, poniendo en alto riesgo no solo el modelo económico sino la subsistencia de la humanidad como especie.
En la economía del país, la electricidad, el agua, los combustibles fósiles y los minerales preciosos o de utilidad electrónica, se han convertido en uno de los máximos intereses del capitalismo; esto aunado a una política económica que facilita la expoliación de los recursos y bienes naturales, no solo pone riesgo biomas ambientales estratégicos, sino que afectan considerablemente la desaceleración económica existente y encarecen el costo de vida.
La electricidad es un activo en déficit
Uno de los principales factores de inflación e incremento del costo de vida, es el valor de los servicios públicos que en su mayoría están en poder de empresas privadas -en cumplimiento del dogma neoliberal-, por ejemplo, en la electricidad aplican un modelo deficitario e incremental, en términos de costos sobre el consumo; el kilovatio hora (KWh) es fijado por las empresas generadoras, que establecen su valor por los estándares comerciales internacionales (valor cambiario en Bolsa de los combustibles), a este precio inicial se deben indexar los costos operacionales de transmisión, distribución y comercialización, esta sumatoria determina el valor final del KWh, pero, al valor final para el usuario le suman los costos operacionales de aseo público, lo que resultado en un costo del servicio extremadamente alto y de calidad defectuosa, siendo el peor de todos el costo en la región Caribe, que lo hace impagable, incrementando ostensiblemente el costo de vida de más del 50 por ciento de los colombianos.
Un reciente estudio de Accenture y Energy Consumer revela que cerca del 47,3 por ciento de los colombianos han tenido problemas para pagar la factura del servicio eléctrico, además muestra que nuestro país tiene una de las tarifas más elevadas del continente; esta situación ha llevado a que cerca de 9,6 millones de colombianos padezcan pobreza energética -Índice Multidimensional de Pobreza Energética (IMPE)-, que equivale al 18,5 por ciento de la población, de los cuales resalta que el 31,25 por ciento de los departamentos tienen el IMPE por encima del 52 por ciento.
El problema de fondo del costo de los servicios públicos es que al regirse por la especulación financiera que llaman del libre mercado, su precio es oscilatorio y determinado por ecuaciones globales, que tienen como tasa de medida estándares de economías fuertes, que al ser aplicado en países como el nuestro tornan impagable este servicio esencial.
Disminuir o regular el precio de los servicios públicos requiere un nuevo paradigma económico que no se rija por la política de libre mercado, como estaba antes de la aplicación del neoliberalismo, situación que es difícil de resolver en lo inmediato, por esta razón, en el mediano plazo lo factible es sacar de la ecuación tarifaria el Índice de Precios del Productor (IPP), que las comercializadoras asuman las perdidas por defraudación, y generar un sistema que no tase los precios por la oscilación del mercado bursátil.
El petróleo es rentable, pero ambientalmente insostenible
Diferentes entidades de expertos en medioambiente y crisis climática, coinciden en que la persistencia en mantener los combustibles fósiles como fuente primaria de energía; incrementan considerablemente los Gases de Efecto Invernadero, causantes de la Huella de Carbono, a su vez extreman el cambio climático y precipitan la destrucción o inviabilidad del planeta.
En el caso colombiano la producción de petróleo y sus derivados representan el 3,3 por ciento del PIB, pero a su vez incrementan el daño ambiental que este tipo de expoliaciones causan sobre los ecosistemas. Además, aunque Colombia es productor de petróleo y el incremento en el precio del barril favorece sus utilidades por este concepto, a su vez es importador de derivados del petróleo lo cual lo deja en desventaja, ya que los productos refinados son plusvalicos y por ende representan mayor valor y rentabilidad que la materia prima -petróleo crudo-; el año anterior importamos 193.800 barriles al día de gasolina y 110.000 de diésel, y como la gasolina ya no posee subsidios, esto incrementa considerablemente el costo de vida.
El Presidente de la Bolsa de Valores de Colombia (BVC) afirmó que, “no podemos seguir dependiendo del petróleo como fuente de ingresos externos, el país debe hacer un gran esfuerzo de diversificación de su canasta exportadora” [2]; planteamiento coherente con la diversificación del mercado, elemento propio de una economía que busca desarrollarse, además de actuar en consecuencia con la lucha contra el Cambio Climático.
Necesitamos un nuevo paradigma ambiental
El sistema capitalista para justificar la expoliación de los bienes naturales y continuar con su saqueo ha tratado de vendernos el eufemismo del Desarrollo Sostenible; sin embargo, es obvio que es imposible detener la debacle medioambiental mientras no transformemos el modelo económico y finalicemos la utilización de la energía fósil.
Esta Transición Energética no la van a iniciar los Gobiernos que están manipulados por las multinacionales extractivas y energéticas, desde luego no puede ser solo la bandera de un Gobierno de nuevo tipo, debe ser la lucha social mancomunada -sociedad y Estado- para construir un modelo económico equitativo, sustentable y proteccionista del planeta.
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[1] El gran gobierno y la amenaza de los activos bloqueados. Sin Permiso, Ann Pettifor 05-01-2025.
[2] No podemos seguir dependiendo del petróleo: Presidente de la BVC. Bloomberg, 28-11-2024.