‘MONET EN LA SÉPTIMA’

‘MONET EN LA SÉPTIMA’

Karina Pacheco

La jungla de cemento con su ritmo frenético nos ensimisma, nos vuelve seres que vemos, pero no miramos, por eso pasan desapercibidos acciones y seres que luchan día a día para sobrevivir, pero a nuestros ojos son invisibles.

El temido y caótico centro de la gran ciudad alberga diferentes entornos que, aunque son disímiles y a veces opuestos, cohabitan entre sí dando equilibrio y balance, como una sinfónica que reúne toda clase de instrumentos para formar melodías majestuosas. En medio de todo esto, encontramos la arteria principal de la jungla, la emblemática carrera Séptima, que al ser peatonal entre la Avenida Jiménez y la Calle 26, brinda el espacio propicio para que los invisibles que salen a luchar contra el hambre logren conseguir su sustento diario.

En medio del río humano que es la Séptima, en una de sus esquinas sobresalta un señor entrado en años, sentado en el piso y que cubre un montón de cosas con plásticos por si llueve, sin afanes empieza sacar cositas, primero asoman unos tubitos como si fueran de crema dental, unos cuadritos vacíos, unos pinceles y muchas cosas más. En un lapso de mirada fija al horizonte, nuestro amigo empieza a esgrimir su pincel sobre el lienzo, a medida que avanzan los trazos se crea un anillo humano alrededor de nuestro artista urbano, entre pincelada y pincelada la obra empieza a tomar forma, dando como resultado un momento cotidiano de la Séptima, que al mejor estilo de impresionismo hace saltar los personajes del cuadro, como si tuvieran vida, como si hablaran.

Detrás de esta gran obra esta Pedro, un viejo maestro que tuvo su momento sombrío y cayó en los confines de la drogadicción, arrastrándolo a perder todo hasta confinarlo varios años en el desaparecido barrio bogotano del Bronx, donde en medio del viaje nebuloso que le producía el bazuco robó, comió basura y muchas otras cosas más, hasta que manos amigas lo sacaron de las calles y le dieron un nuevo propósito. Ahora recuperado de ese lapso nebuloso, vive en una vieja pensión donde tiene lo básico y día a día con sus pinceles, sale a luchar como un caballero de historias épicas contra el hambre, pero sobre todo lucha consigo mismo, para no volver a caer en el inframundo de la drogadicción.

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