CAMBIAR LA POLÍTICA ECONÓMICA PARA DIEZMAR LA POBREZA
Claudia Julieta Parra
El capitalismo concentra la riqueza en pocas manos, acrecentando la desigualdad y exacerbando la pobreza en las capas sociales medias y bajas; lo que se ha recrudecido con la crisis economía, haciendo insostenible la situación de los más pobres.
Durante décadas el sistema capitalista ha venido experimentando una crisis que ha contraído paulatinamente la economía global, lo que ha conllevado la desaceleración de la economía mundial, afectando la sostenibilidad fiscal de los países sin importar si son desarrollados o en desarrollo, impacto que se siente con mayor fuerza en los países dependientes del capital extranjero, obligando a decenas de países a suscribir constantemente empréstitos con estamentos multilaterales, que no son destinados a inversión integral para mitigar el déficit de Gasto Social o reducir la pobreza multidimensional y monetaria.
La desigualdad global ha continuado incrementándose, de acuerdo con Oxfam el uno por ciento de los más ricos, han acaparado casi dos tercios de la nueva riqueza generada en los últimos dos años, casi el doble que el 99 por ciento restante de la humanidad. Por su parte el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), ubica a nivel nacional la pobreza monetaria en 33,2 por ciento y la pobreza extrema en 11,48 por ciento; aunque ciudades como Quibdó casi que duplican la media nacional de pobreza con un registro 60,1 por ciento, Valledupar 49,8 por ciento, Riohacha 46 por ciento, entre otros.
La marcada contracción de la economía requiere que el Gobierno trace un plan de emergencia, que debe centrarse en la disminución del Gasto Corriente (burocracia , guerra, pago de intereses de la deuna Externa) y el incremento del recaudo, sin centrarlo en la captación por masa de capital que castiga a las capas medias, sino en la captación por volumen de capital neto, aumentando la tributación a los grandes capitales y empresas, con un enfoque redistributivo, no priorizando la inversión y la rentabilidad, además de congelar la media incremental del pago de pasivos onerosos como la Deuda Externa.
La reactivación y la solidez implica un cambio de modelo económico o por lo menos un cambio en la política económica y fiscal, priorizando suplir el mercado interno a través del fortalecimiento de la industria y la producción nacional, además de desarrollar planes secuenciales que dinamicen el poder adquisitivo per cápita y decrezcan el costo de los servicios básicos y esenciales.