INTERREGNO O FRAGMENTACIÓN EN LA POLÍTICA COLOMBIANA

INTERREGNO O FRAGMENTACIÓN EN LA POLÍTICA COLOMBIANA

Sergio Torres

El cambio no termina de llegar, el viejo régimen se afianza. El gobierno con una personalidad habla de cambio y con otra hace justamente lo contrario, continuar con viejas prácticas y los mismos lineamientos del establecimiento.

Ya ni siquiera se habla del Mandato por los Cambios que el movimiento social le entregó al presidente Petro. Casi que tampoco de las grandes promesas de reformas, hechas durante la campaña presidencial. El primer gobierno, no proveniente de la oligarquía, parece ser que no fue el del cambio. Y ahora, cuando se acerca la recta final de su periodo, las preguntas siguen rondando en torno a cómo se caracterizará y cuál será su sucesor.

Mantener dos pilares del viejo régimen

El reto está en enfrentar dos grandes pilares del viejo régimen: la corrupción y el conflicto social y armado. Frente a los cuales en campaña pareció y se mostró tajante, ilusionó con visos de cambio y nuevas formas; pero, durante la presidencia, esa fachada se fue difuminando y apareciendo la misma cara del viejo régimen, del continuismo, podría decirse de Juan Manuel Santos.

Frente a la corrupción, es una perogrullada decir que es el cáncer que ha hecho metástasis en todo el Estado. Este gobierno agregó nuevas fuerzas al entramado mafioso instalado en los tres poderes del Estado colombiano. El progresismo se agregó a la dinámica de los clanes y mafias, a la economía ilícita del robo de recursos públicos.

Los últimos casos de “elecciones” de funcionarios públicos, realizados en el Congreso de República, han sido la representación y ratificación de hacerle un lavado de cara al viejo régimen. Así fue con quien será el nuevo procurador, un siniestro personaje cuyo mérito principal y único es hacer componendas con todas las mafias políticas.

El segundo caso, rayando en los límites de lo insólito, se dio hace pocos días con la votación para escoger magistrado de la Corte Constitucional, cuando en el mismo Congreso, “el recinto de la democracia”, aparecieron más votos que votantes.

Al final, ambas de estas elecciones en el Congreso fueron ganadas por los candidatos propuestos por el gobierno. Eso sí, con el costo de seguirle “vendiendo el alma al Santos”. Pues lejos de ser funcionarios para combatir la corrupción, son escogidos para continuar alimentando ese mal. Nueva ratificación del vínculo del gobierno Petro con las formas y lógicas de las mafias viejo régimen.

La Pacificación solapada y con doble cara

La Paz fue el otro pilar fundamental sobre el cual el presidente ilusionó, el Cambio significaría la búsqueda de las causas que han generado el conflicto social, político, económico y armado. Pero también el cese del genocidio continuado a dirigentes del movimiento social y político.

Lastimosamente, este anhelo de la gran mayoría de los y las colombianas, con el pasar de los días, se fue disolviendo, evidenciando que aquí tampoco hubo cambios. La llamada Paz Total de Petro, no es más que la continuidad de la pacificación, el Desarme, Desmovilización y Reinserción (DDR), ya aplicada por sus predecesores y que solo ha logrado generar más violencia y la continuidad del genocidio contra líderes y lideresas sociales.

La supuesta apuesta política de negociar en múltiples frentes y meter indiscriminadamente en un mismo saco a bandas, narcos, paramilitares e insurgencia, no solo fue el primer error de esta idea. Sino que fue la forma del gobierno para agregar una lógica de su propia cosecha, la división y la perfidia.

Contrario a estas formas orientadas desde Washington, apropiadas el viejo régimen y ahora por Petro, se debe imponer la búsqueda de la Solución Política, que básicamente es combatir las causas que originan el conflicto, es decir, cambios profundos en la política y el Estado. Tendremos que empezar a actuar para que el próximo gobierno no sea el regreso de la oligarquía resentida y criminal. Sino la llegada de un nuevo gobierno, ahora sí de transición hacia el cambio de modelo político.

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