EMPLEO INFORMAL: LA BOMBA QUE DESTRUYE LA ECONOMÍA NACIONAL

Chavela Villamil

Falazmente el Gobierno quiere cubrir su incapacidad bajo las cifras de un repunte en el empleo, pero están fundadas en el aumento de empleo informal, que en últimas resuelve precariamente algunas básicas de la población, pero genera inestabilidad económica.

El desarrollo depende de las políticas económicas las cuales son las encargadas de estabilizar las fluctuaciones del mercado y configurar tendencias económicas, que en el ideario buscan el crecimiento económico, en el caso colombiano han generado una desaceleración económica anterior al Covid-19, que acrecentada con la pandemia desencadenó una recesión económica y un colapso financiero de las capas medias y bajas de la sociedad.

Un modelo que incrementa desigualdades

Elevadas Tasas de Desempleo y de Informalidad Laboral hacen inestable una economía ya que debilitan el mercado por shock de la demanda; es decir, sin empleo y condiciones salariales acordes a las necesidades básicas de la población, la sociedad pierde poder adquisitivo y en esta medida hace imposible aumentar la oferta laboral y el crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB).

Este es el caso de la economía de Colombia que al basar su política financiera en el Trickle Down Effect (TDE, por sus siglas en inglés) –Teoría del Efecto Cascada o del Goteo–, basa la “productividad del país” en la reducción de la tributación de las grandes empresas, bajo el sofisma que esto dinamiza las empresas y “su prosperidad chorrearía hacia el resto de la pirámide social”, pero el crecimiento extremo de las desigualdades que provoca el neoliberalismo ha refutado esta teoría.

La dinamización económica se alcanza aumentando el flujo de capital, pero este es directamente proporcional al poder adquisitivo per cápita; por tanto, la reactivación económica es directamente proporcional a la demanda y solo es viable si las personas poseen capital líquido.

Capas medias lanzadas al rebusque

Las incrementales cifras de desempleo y el desaforado aumento del empleo informal configuran un problema estructural crítico de la economía del país; según el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE) en el 2020 la Tasa de Desempleo fue de 15,9 por ciento, un aumento del 5,4 por ciento con respecto al año anterior [1].

Aunque los datos del DANE permiten observar una supuesta reactivación del mercado laboral, las cifras reflejan que el repunte en la Tasa de Ocupación se debe al incremento del trabajo no formal, en otras palabras, disminuye el desempleo no por la creación de nuevas plazas laborales sino porque la gente recurre al trabajo informal (rebusque) para solventar algunos gastos básicos.

El Gobierno de Duque ha recrudecido el desempleo y desde noviembre de 2018 está por encima de los dos dígitos, además el aumento del empleo informal hasta el 60 por ciento es el responsable del falaz repunte del empleo; si no incluyéramos el rebusque dentro de la Tasa de Ocupación el desempleo que en 2020 según el Gobierno cerró en 15,9 por ciento automáticamente subiría al 20,9 por ciento.  

Sergio Olarte economista de Scotiabank Colpatria afirma que, “el año anterior la informalidad pudo haber crecido más del 2 por ciento y ya más de la mitad de la población es informal en Colombia, el llamado rebusque sí bien es más flexible es menos productivo y, adicionalmente una persona que no está en la formalidad no puede pensar en consumo ni en inversiones de largo plazo” [2].

Luchar por un modelo de desarrollo alternativo al neoliberalismo

La crisis laboral no es causada por el Covid-19 sino es el resultado de la aplicación de un modelo económico que privilegia las utilidades de los mega empresarios, mientras desincentiva la producción y el comercio nacional y, pauperiza el salario de los colombianos.

Es urgente la reactivación económica del país y para conseguirlo necesitamos un modelo económico que disminuya los beneficios tributarios a las mega empresas, una política económica y financiera donde el crecimiento de la economía se base en la redistribución de la riqueza, y salarios que permitan una sostenibilidad social digna.