LA ARTILLERÍA DE LA MENTIRA
Sergio Torres
Desde que la comunicación se subyugó como un apéndice de los poderes económicos, los medios se sometieron a los intereses de sus poderosos dueños y la prensa se volvió esclava de la falsedad.
Se conmemoró otro año más de la muerte de Jaime Garzón, el periodista y humorista que supo decir muchas verdades y enaltecer su oficio como comunicador. Justamente esas características hicieron que su vida fuera cegada, pues al régimen no le gusta el humor crítico, ni los personajes llenos de hiriente verdad. Garzón representaba justamente lo que el Narcoestado no se podía permitir, una comunicación deslindada del poder, que incluso desde el entretenimiento evidenciaba y denunciaba la criminal realidad del establecimiento.
Ahora en los grandes medios de comunicación toman fuerza personajes desprovistos de cualquier idea crítica. Cada una de las grandes mafias económicas tiene grandes empresas comunicativas encargadas de manipular, desinformar y falsear realidades, aparecen marionetas y mascotas parlantes de la mentira disfrazadas de periodistas.
En este contexto de la llamada posverdad; la ética, rigor y veracidad periodística mueren. El derecho a la información y a la comunicación quedan sometidos. El hermoso oficio del periodismo, se pudre convertido en un triste y vergonzoso despojo desprovisto de rigor y veracidad.
Bombardeo de falsedades
La comunicación es un arma de guerra, desde hace más de un siglo el poder hegemónico lo entendió así y el desarrollo tecnológico potenció esta idea, al punto de desarrollar verdaderos arsenales de guerra mediática y construir verdaderas armas de destrucción masivas. Apuntando a las mentes y opiniones de públicos manipulables, convirtiéndolos en replicadores de realidades inexistentes e ideas infundadas y sin ninguna base real. La matriz no necesita evidencias.
En Colombia, esta realidad de los medios, el periodismo y la comunicación toca limites vergonzosamente asombrosos. Tal vez el caso más lamentable sea el de la vocera del clan mafioso Gnecco, que amparada por el grupo Gilinsky, convirtió una revista que alguna vez fue seria, en un mentidero desde el cual se atrinchera para lanzar improperios falaces y odiosos contra cualquier asomo de cambio, manifestación popular o de rebeldía. Este tendencioso comportamiento, le sirve para creerse hoy con aspiraciones presidenciales, lo cual muestra lo peligroso que son estas empresas -armas- de comunicación.
El bombardeo desinformativo tiene varios flancos, todos apuntando hacia el mismo lado, la artillería de la mentira dispara desde las primeras horas de la mañana, asegurándose que su objetivo de saturar con desinformación impacte grandes cantidades y capas de pueblo, para que este replique y tenga un comportamiento hostil a sus propias realidades, es decir, para que aún ‘con la soga en el cuello’ crea que vive bien, y que el cambio puede ser peor.
Miles de ejemplos de esta miseria de la comunicación todos los días, a todas horas, por ondas hertzianas o por señales digitales, llueven bombas de noticias falsas, chismes convertidos en aparentes investigaciones y todo tipo de formatos falseados para engañar y hacer creer. En esta complicada realidad, ya no se repite una mentira mil veces, ahora son miles de mentiras repetidas por millones de veces.
La violencia de respuesta
Esta desinformación y la manipulación comunicativa son formas agresivas de violencia, son expresiones de guerra que vulneran el derecho de las personas a tener acceso a información. Es también tratar a las personas como recipientes vacíos a los que simplemente se le llena con cantidades de información basura. Mentir descaradamente y falsear la realidad con posturas subjetivas, no es libertad de opinión, ni de prensa; es violentar la conciencia de las personas, atacarlas y abusar de ellas.
Por ello, antes que defender y servir de parapeto a estas vulneraciones, la llamada libertad de prensa tendría que preguntarse por los criterios y el rigor profesional. Un comunicador, comunicadora o periodista que se presta para estos ataques, se convierte en parte del arsenal. Un medio que decide ser parte de esta artillería de la mentira, deja de ser visto como un servicio en favor de la democracia y la libertad y se convierte en un arma por contrarrestar.
Entre las muchas realidades, capacidades y potencias que expresó el Estallido Social de 2021, el papel de los medios independientes, alternativos y populares fue alentador y muy importante. Así como el tratamiento a los falaces medios hegemónicos. Esto debe seguirse cultivando, desarrollar alternativas y confrontar a los manipuladores en todos los campos. Convirtieron la comunicación y la información en armas, ahora las armas tendrán que defender la información y la comunicación.