PORQUE NO ALCANZA EL PRESUPUESTO NACIONAL
Chavela Villamil
Con el Presupuesto General de la Nación (PGN) el Gobierno asigna los recursos para cubrir el Gasto Corriente y el Gasto Social, en el país siempre le dan prioridad al primero, lo que incrementa el déficit fiscal y social, a la vez que exacerba la crisis económica.
Los fenómenos macroeconómicos globales que vienen impactado los mercados mundiales desde hace más de una década, desacelerando las economías y reduciendo el Producto Interno Bruto (PIB), afectando con más fuerza las economías dependientes del capital extranjero, que mantienen una gran importación de productos terminados y materia prima, lo que les incrementa sus déficits fiscales y el costo de vida.
La Organización de Cooperación para el Desarrollo Económico (Ocde), reajustó sus proyecciones económicas para el segundo semestre de este año, que a nivel global no superará el 2,1 por ciento y en caso colombiano no será superior a 1,6 por ciento; el próximo año nuestra economía oscilará entre 1,9 y 2,4 por ciento [1].
El PGN siempre es deficitario
Recientemente el Gobierno presentó el PGN para 2025, por un monto de 527 billones de pesos -cerca del 30 por ciento del PIB-, un decremento de 6 billones de pesos con respecto a presupuesto en curso; se podría pensar que un decrecimiento en el PGN es positivo porque disminuye los pasivos estatales, sin embargo, tal como está planteado en el proyecto de presupuesto, no genera un alivio en el erario sino que por ‘efecto rebote’ puede exacerbar la crisis económica, ya que no presenta variaciones en el patrón de gasto y consumo, y continua con la tendencia incremental del Gasto Corriente (burocracia, guerra, pago de intereses de la deuda externa -DE-).
El 62 por ciento del PGN se destina a gastos de funcionamiento, 25 por ciento a la deuda pública DE) y el 13 por ciento restante se destina a inversión. Lo más preocupante e inconveniente en esta distribución presupuestal no es el recorte general de 6 billones de pesos, sino que al Gasto Corriente le destinan el 86,7 por ciento del presupuesto, además los pagos de la DE sufren un incremento de 28 por ciento, -a sabiendas que este dinero no cubre la deuda de capital sino que solamente amortiza los interés-, mientras el presupuesto de inversión sufre un decremento de menos 33 por ciento, rubro que interfiere directamente en el crecimiento y desarrollo de la economía, y si este se destinara a infraestructura y desarrollo técnico y tecnológico del campo industrial y agroindustrial, su impacto en el crecimiento económico es aún mayor.
Algunos plantean que este PGN está en el marco de la austeridad, sin embargo, esto es una falacia ya que, en términos exactos, la austeridad no está dada por el decrecimiento presupuestal, sino por la contracción del gasto suntuario y el decrecimiento del Gasto Corriente. En conclusión, este PGN ‘pasó la plata de un bolsillo a otro’, pero continua con su política deficitaria de incrementar el Gasto Corriente.
La solución es cambiar los modelos financiero y económico
La desaceleración negativa del PIB y el estancamiento de nuestra economía, hace inaplazable un cambio en los patrones de consumo y las políticas de gasto, lo que hace imperante la disminución Gasto Corriente, a la vez que se aplica una política de austeridad, que se centre en la disminución de la burocracia estatal -lo que implica agremiación de funciones y redistribución de obligaciones-, dentro de esto juega un papel trascendental congelar o disminuir el dinero destinado a la amortización de la DE, se puede continuar con el margen de pago actual -que sigue siendo alto- sin incrementarlo y este dinero destinarlo a cubrir el déficit de Gasto Social, porque no se requieren nuevos recursos, sino redistribuir los existentes, de esta forma se alivia la Regla Fiscal y se tiene una mejor ejecución del erario.
El problema de nuestra economía más allá de ser de orden financiero es de política económica, toda vez que el Gobierno sostiene una política que le da prelación al Gasto Corriente en vez de decrementarlo, además siguen la creencia de que el crecimiento y favorecimiento tributario de las grandes empresas y emporios, es beneficioso para la economía nacional, bajo el supuesto de que si estas empresas aumentan su riqueza, esta se derramará sobre el resto de la sociedad; medida que solo ha favorecido las utilidades de las empresas privadas, mientras el empleo informal suple la inexistencia de la plazas laborales, y la pérdida de poder adquisitivo per cápita crece a pasos agigantados; esta pérdida de capacidad de compra está, en que años atrás una persona compraba con 500 pesos cinco panes, ahora con el mismo dinero compra uno solo, lo que reduce su capacidad de compra en un 80 por ciento.
Cualquier política económica es inocua sino se rompe la lógica antifinanciera de incrementar al Gasto Corriente e implementar una política de austeridad, que traiga transformaciones estructurales en los patrones de consumo y gasto. Salir de la crisis socioeconómica actual tiene implícitos cambios estructurales y radicales en los paradigmas económico, financiero, fiscal y tributario; por lo tanto, se hace inaplazable un cambio estructural en el modelo económico, que conlleva un tributación que abandone la recaudación por volumen y se centre en la recaudación por capacidad de capital, -entre más dinero y capital, mayor tributación-, además, se debe disminuir el Gasto Corriente y los excedentes netos invertirlos en la atención del déficit de Gasto Social, a la vez que se implementa una política que formalice el empleo y genere solidez laboral e incremente el poder adquisitivo per cápita.
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[1] ¿Crecerá el PIB de Colombia en el 2025? Valora Analitik, 12-08-2024.
El presupuesto no alcanza porque se lo gastan en pendejadas
La plata de la nación no alcanza porque se al gastan en pagar deudas y jamás invierten