25 AÑOS DE IMPUNIDAD, ¿CUÁNTOS MÁS?

25 AÑOS DE IMPUNIDAD, ¿CUÁNTOS MÁS?

Damaris Izaguirre

El régimen siempre se ha caracterizado por la colusión entre las Fuerzas Armadas y las fuerzas oscuras paramilitares, como arma para disuadir y exterminar todo aquel que clasifique como una amenaza a sus intereses y a la estabilidad del statu quo.

En la década del 90, el estudiante de Derecho de la Universidad Nacional y humorista político Jaime Garzón, a través de sus personajes y mediante la sátira política y la irreverencia que lo caracterizó, criticó a los políticos y al régimen por explotar y miserabilizar a los colombianos, pero en especial, fue valiente para develar los nexos del Estado con el narcotráfico y la colusión entre paramilitares y las Fuerzas Armas (FFAA); además de mostrar la subordinación de nuestro Gobierno al Tío Sam. Incluso desde la ironía vislumbró lo nefasta llegada de Álvaro Uribe a la cabeza del Ejecutivo; el Doctor Godofredo Cínico Caspa en uno de sus monólogos afirmó:

“(…) Pacifista y cooperativo, dignísimo Gobernador de Antioquia Doctor Álvaro Uribe Vélez, un hombre de mano firme y pulso armado, líder que impulsa con su aplomado cooperativismo, pacificas autodefensas, que él ha dado en llamarlas convivir (…) y será él quien por fin traiga a los redentores soldados norteamericanos, quienes humanizarán el conflicto y harán de Uribe Vélez el dictador que este país necesita”.

Jaime era mucho más que un crítico del régimen, encarnaba el sentir de todo un país que no solo lo seguía a través de sus personajes, sino que vio en él un adalid de la verdad, que con su sátira los sacudía y los hacía pensar por sí mismos, que los convocaba a disputarle el poder a los de siempre. Por esto Jaime se convirtió en un peligro para el régimen y desde luego en un objetivo militar de los paramilitares, que en abierta colusión con la agencia de espionaje estatal (DAS), segaron su vida en la madrugada del 13 de agosto de 1999.

El monstruo oculto que engendró a Uribe en la década del 90 y que segó la vida de Jaime jamás despareció, pese a que nos vendieron la idea de que se desmovilizo en el primer mandato de Uribe, cuando en realidad lo que sufrió fue un proceso de reingeniería que los hizo más letales, más sangrientos y con mayor capacidad de aterrorizar. Se esperaba que en un Gobierno progresista como el actual, se adelantara una lucha frontal contra el paramilitarismo; sin embargo, las FFAA continúan en abierta colusión con los narcoparamilitares, mientras el Gobierno descaradamente trata de darles ropaje político para justificar un supuesto Proceso de Paz, que lo único que busca es afianzar los lazos con el paramilitarismo para golpear a la insurgencia y llenar de miedo a la sociedad, para que no se vuelva a presentar un conato de insurrección, como lo fue el Estallido Social de 2021.

Un prócer como Jaime Garzón no muere sino que se perpetúa en el tiempo, su muerte no fue en vano ni mucho menos, sus ideales no palidecieron, se convirtieron en semilla fértil que se fue sembrando en la nuevas generaciones y germinaron es procesos populares como el Estallido Social; donde miles de jóvenes cansados del hambre y la exclusión optaron por luchar por un país donde quepamos todos, muchas veces en las multitudinarias movilizaciones se veían pancartas frases de Jaime Garzón, como esta:

“Si ustedes los jóvenes no asumen la dirección de su propio país, nadie va a venir a salvarlo. ¡Nadie!”.

Garzón era consciente que luchar por un propósito noble como la paz no era una tarea fácil, si se tiene en cuenta que perpetuar el conflicto es el propósito del régimen, porque ‘sembrar terror para vender seguridad’ lo perpetua en el poder y le permite sostener el lucrativo negocio del narcotráfico, columna vertebral del régimen, donde el principal ganador es la plutocracia estadounidense que vive de inflar narcos, para luego capturarlos y quedarse con ‘la mitad del pastel’.

El problema real detrás de este sistema nefasto de perpetuar la guerra impuesto por los gringos, es que nos convencieron de que no hay otra forma de hacer las cosas, además nos han hecho creer que ellos son el poder por ser clase dominante; pero Jaime fue muy claro y en la voz de Heriberto nos mostró el camino:

“Todavía le hacemos la venía a los que manejan el poder, sin asumir que el Estado es nuestro”.

La expresión política y popular encarnada en el Estallido Social es la expresión de ese sentir, es hora de arrebatarle el poder al régimen y construir nuestra propia historia.

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