LA BATALLA POR EL CAMBIO NO DA ESPERA
Damaris Izaguirre
EL 7 de agosto se conmemora la batalla de Boyacá, que simboliza la derrota del imperio español y su salida de nuestro territorio; a su vez también representa el cambio de Gobierno cada cuatrienio, ¿realmente expulsamos los imperios del territorio?, ¿cambió el Gobierno pero sigue el mismo régimen?
Este 7 de agosto se cumplen dos años de mandato del Gobierno progresista, a está alturas no se puede continuar con el discurso de que el Gobierno está en proceso de adaptación o continuar guiándose y escudándose en el ‘espejo retrovisor’. Desde luego los hechos hablan por sí solos y si tomamos como punto comparativo las promesas de campaña y el mandato popular entregado por el estallido social de 2021, es más que evidente que este Gobierno en la práctica se ha dedicado a ‘vender humo’, a tomar medidas paliativas, discursos demagógicos y ambivalentes que calman los ánimos y construyen la ilusión de ‘cambiar todo, para que todo siga igual’; pero en términos pragmáticos los problemas socioeconómicos y los males estructurales como la corrupción y la subordinación a la élite local y al Tío Sam, continúan inamovibles.
Uno de los principales desaciertos del Gobierno de Petro, es no romper radicalmente con el régimen y continuar dando cabida en su gobernatura a camaleones como Roy Barreras o personajes sombríos como Armando Benedetti, que pese a sus constantes errores y escándalos -siendo el último un caso de VBG-, sorpresivamente el Gobierno continúa sosteniendo estos personajes, ¿acuerdos preestablecidos con el régimen?, ¿compra de silencio?; desde luego la continuidad a los nexos con el régimen la justifican con la falacia de construir gobernabilidad, supuesto que no ha funcionado ya que en momentos críticos como la aprobación de proyectos y reformas, los supuestos aliados han aumentado su cuota burocrática y a la final terminan cumpliendo los designios del régimen y hundiendo cualquier reforma o proyecto de ley, que reste tan solo un ápice de privilegios a la élite y al régimen.
En el mismo sentido, este Gobierno progresista continúa subordinado al imperio norteamericano y leal a sus intereses, muestra de ello es que la Doctrina de Seguridad Nacional impuesta por el Tío Sam y responsable de un genocidio en curso, continúa sin ser modificada y mucho menos depuesta, al igual que continuamos escriturándole al Tío Sam el país a pedazos; por si fuera poco, continuamos con una política proteccionista de los intereses de organismos multilaterales como el FMI y el BM, lo que perpetua la subordinación económica a los designios del imperio.
Las transformaciones estructurales que exigió el Estallido Social de 2021 no se pueden dejar a la deriva, son mandatos populares que deben cumplirse con o sin apoyo de los Gobiernos, no es fortuita la frase popular que dice ‘solo el pueblo, salva el pueblo’, además que es evidente que este Gobierno es ambivalente y dubitativo, su discurso está dirigido a conectar con Los Nadie pero sus acciones y medidas están dirigidas a continuar favoreciendo los intereses del régimen y del Tío Sam, y a sostener el statu quo.
El vitoreado cambio no puede quedarse en dar solo una sensación de bienestar, los cambios deben ser sustanciales y tangibles; falta que este Gobierno llamado progresista, emprenda una ruta de transformación del modelo económico y deponer la Doctrina de Seguridad, elementos trascendentales para que los cambios de fondo se hagan realidad. Así que en el medio tiempo del Partido Petro y su Corte deben decidir si están con el pueblo o con el régimen; pero sin importar la decisión de este Gobierno, la unidad popular y la lucha determinada de los excluidos debe cualificarse y proseguir, porque solo de manos de la lucha popular vendrán los cambios y las trasformaciones de fondo que durante décadas le han sido negadas a Los Nadie.
Este gobierno jamás lograra el cambio prometido
En el gobierno del cambio se han incrementado los asesinatos, las masacres y la pobreza. De que cambio estamos hablando