EL GOBIERNO DEL CAMBIO ANTE LA CORRUPCIÓN

EL GOBIERNO DEL CAMBIO ANTE LA CORRUPCIÓN

Sergio Torres

La corrupción es una de las principales economías ilegales en Colombia, su poder corruptor es del tamaño del Estado, de sus tentáculos no se salva ningún Gobierno, pues su campo de actuación son las instituciones. La fauna política colombiana, asocia corrupción con gobernar.

La corrupción es un cáncer que infecta a todo el Estado colombiano, en las centurias en que el viejo régimen ha dominado a Colombia, crearon un narcoestado mafioso y genocida, una cleptocracia en todos los niveles estatales que hizo del “Cómo Voy Yo” (CVY), su ley natural; por esto es tan complejo hacer ruptura con este orden de cosas.

Por la vía de la enclenque democracia representativa y el sufragio universal, la gente votó por el No al Acuerdo de paz de 2016 y mayoritariamente se mostró a favor de la Consulta Popular Anticorrupción de 2018; este clamor ha resultado vano para construir un cambio estructural ante la corrupción hecha metástasis.

El Cambio

El Gobierno de Gustavo Petro y Francia Márquez logró un triunfo histórico gracias a la movilización histórica que precedió la elección presidencial, el Estallido Social de 2021; este fue el factor que modificó el tradicional desarrollo de la política electoral, sacudió el tablero y posicionó por primera vez en la historia colombiana, a un Gobierno de corte social y proveniente de la izquierda. De hecho, le entregó un mandato popular por el cambio, un compromiso con los sectores populares.

Es apenas lógico pensar que iniciar una transformación de esas magnitudes sería una empresa difícil, llena de dificultades y con enemigos tan poderosos como el establecimiento mismo; teniendo de su lado el poder movilizado del pueblo que lo eligió.

De esa forma las expectativas se crearon, se enfrentaba la posibilidad de un cambio a partir del mandato popular o el apaciguamiento de la movilización y la ‘lavada de cara’ al viejo régimen. Petro eligió una ruta por el medio, buscar la gobernabilidad conciliando con sectores del viejo régimen, adoptando dentro de la alianza política que lo respalda, a camaleones representantes de esa vieja, corrupta y criminal forma de hacer política, operando claramente, un primer contrasentido de lo que es un cambio.

Este Gobierno ha logrado con mucha dificultad algunas de las reformas propuestas, ha incumplido muchas de sus promesas de campaña, le ha quedado mal a buena parte del pueblo que lo eligió. Esa forma de cohonestar con sectores del viejo régimen ha limitado las posibilidades del cambio. Ha hecho que Petro incumpla sus compromisos y lo que acuerda, que ha desembocado en alejarse de la posibilidad de construir la Paz con transformaciones para Colombia, que es un objetivo esperanzador.

Un Segundo tiempo para remontar

A este Gobierno le queda la mitad de su mandato. Tiempo en el que podría recomponer en parte lo hasta ahora no logrado. Pero eso implica un radical cambio en lo hasta ahora hecho. Petro, tendría que mostrar, ahora sí, su talante de político férreo, de principios revolucionarios y patrióticos. Esto es, deshacerse de los hilos del viejo régimen en los que se enredó y retomar la línea del mandato popular por los cambios, el combate contra las mafias corruptas y el desarrollo de una salida política al conflicto. La idea de un gran Acuerdo Nacional con estos ejes para la construcción de la paz en Colombia.

Si esto es así y decide recuperar ese camino y esas búsquedas, será importante que abandone la actitud pérfida frente a lo que acuerda en nombre del Estado. Que se deshaga de los políticos corruptos de los cuales no se entiende por qué los sostiene en su Gobierno. Que combata de verdad el narcotráfico y el paramilitarismo que permanece en las filas de las Fuerzas Armadas y que no se entiende por qué los promueve y posiciona. Que se decida a caminar con seriedad y compromiso en una Agenda de Paz como la que acordó con el ELN.

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